Esteban Echeverría |

Quince años después, vuelve el Club del Trueque a la región

El fenómeno que se popularizó en plena crisis de fines de los años '90, retornó. En Esteban Echeverría, el club Santa Isabel, se convirtió en un lugar de encuentro donde los vecinos intercambiar sus pertenencias.

Año 2001, la Argentina estaba atravesando una de las crisis económicas y sociales más fuerte que su historia recuerde. La inflación, el desempleo y la pobreza eran fantasmas que acechaban al país.

 

La perdida de liquidez, casi extrema en casi todos los estratos, provocó que la clase media sufriera una seria reducción del poder adquisitivo y salga a las calles a reclamar.

En este contexto, aparecen en escena, los llamados "club de trueque”, organización de carácter civil que tenía como objetivo principal el intercambio solidario.

 

Los mismos habían surgido a mediados de los ’90, de mano de la alta desocupación, y como una opción que encontró mucha gente de resolver la falta de ingresos. El primer club nació en Buenos Aires, el 1° de mayo de 1995, a partir de la iniciativa de veinte vecinos. Rápidamente la idea se multiplicó, y un año después ya existían más de quince clubes. A partir de allí, el trueque se instaló como una manera de esquivar la crisis, incluyendo la

emisión de "créditos” para facilitar los intercambios.

 

Al mismo tiempo, nacen los denominados "prosumidores” quienes a cambio de adquirir alimentos o vestimenta, ofrecían variados servicios: albañiles, técnicos mecánicos, electricistas, informáticos, entre otros oficios. En poco tiempo, la red comenzó a cosechar prestigio y se sumaron a ella profesionales como médicos, psicólogos y odontólogos.

 

Se estima que a principios del 2002 operaban aproximadamente cinco mil clubes en todo el país, cuyos miembros en algunos casos superaron los cuatro mil. En total más de seis millones de personas participaron en el trueque sin incluir su grupo familiar. Más de que la quinta parte de la población, pudo satisfacer una parte de sus necesidades a través de este sistema.

 

Desde ese momento de eclosión, comenzó a registrarse un declive continuado y prácticamente desaparecer. Esto se sumó a la crisis interna relacionada con la desviación de conductas de sus propios actores: los abusos, las falsificaciones en los créditos, la falta de institucionalización; y otros tantos motivos.

 

Lentamente el país comenzó a dejar las dificultades de lado y relegar este sistema que supo proponer una alternativa para evitar un desborde social. En el 2011 quedaban solamente cuarenta puntos de canje con menos de mil socios demostrando la perdida de intensidad que habían cobrado estos lugares.

 

Casi quince años después, el escenario se vuelve similar. Los ajustes y la inflación provocaron que en distintas localidades de Buenos Aires vuelvan este tipo de ferias que intentar paliar los aumentos de precios y "fomentar la solidaridad".

 

Esteban Echeverría, no es la excepción. El club Santa Isabel se encuentra en Olavarría y El Ceibo, al sur del centro d Monte Grande. Allí varias madres decidieron organizarse y recurrir a este sistema con el fin de recaudar fondos para la categoría que se retira del fútbol infantil. Olga Mansilla es una de ellas y cuenta "Quienes quieran colocar un stand pagan diez pesos y pueden llevar comida, ropa, zapatos y artesanías. La gente puede comprar o intercambiar lo que quiera”.

 

Los encuentros se realizan los miércoles después del mediodía y dura hasta las cinco de la tarde.  "Arrancamos en julio, hace más de un mes. El primer día vinieron solo diez personas, después se comenzó a difundir y hoy hay más de sesenta puestos. Lo que queremos es lograr juntar dinero suficiente como para hacerle un lindo regalo a los chicos y que se vayan con un recuerdo grato del club”.

 

Si bien se inició con un claro objetivo, desde el club piensan extenderlo porque notaron la repercusión y la gran respuesta por parte de los vecinos. "Todo lo que se expone está en buen estado, casi impecables. Hay cosas nuevas y otras seminuevas. No detenemos mucho en este punto porque queremos dar una buena impresión”.

 

El fenómeno del trueque ya no reviste la importancia de años atrás, supo constituir la estrategia de contención más  efectiva para evitar el desborde social. Lo que no debe perderse de vista es que su vuelta puede transformarse en una señal de alerta.

 

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