De una mochila sale una especie de bolsa de tela que mide dos metros de largo y ostenta algún color brillante. Según la pericia de quien la haga ondear, la bolsa se llena más o menos rápido del viento. Se enrolla la punta por la que entró el aire y se cierra esa boca con dos broches y eso es todo para tener una reposera inflable.
Esteban Echeverría |
Las reposeras inflables son el furor de este verano
Para quienes se cansaron de cargar la reposera hasta la terraza o por la playa llegaron las que son inflables y se pueden guardar en el bolso de la dama o en las mochilas de los chicos.
18 de enero de 2017 - 17:08
Este verano, en la costa de Pinamar, empieza a asomarse una nueva raza de la misma especie. "Son lo más: lo mejor que tienen es que son facilísimas de transportar, pero además son comodísimas, dice Jorge Chrestia, de Rosario. En su carpa del balneario Marbella hay tres reposeras infladas: la pequeña mochila en la que cada bolsa llega desinflada a la playa pesa 1,3 kilos. Sus primos, sobrinos y él mismo se las disputan para tirarse a leer o a tomar sol.
"Vimos que esto hacía furor en Europa y decidimos fabricarlas acá; se hacen con un nylon, que es lo que se infla, y eso se forra con una tela que se llama ripstop y que se usa también para el equipamiento del kitesurf, explica Sergio Medina desde Villa Gesell. Empezó a fabricar estas reposeras en julio y las vende a 850 pesos al por mayor. En casas de camping, pesca o surf, el precio de venta al público oscila entre los 1.300 y los 1.800 pesos.