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Para llegar a puerto de punta contra las olas

Estamos en un proceso de cambio y confusión en el que nadie habla de la calidad de lo que se transmite. Ni siquiera de su veracidad. Pero sí de su "potencia". De los "alcanzados", de los clikeos, los seguidores y los me gusta. Una vez que se reconfiguren los canales, los medios que permanezcan serán siempre los que logren confiabilidad. Nadie seguirá, retuiteará ni le dará likes a quien mienta, sea parcial u oculte información interesadamente. Los profesionales buenos seguirán siendo buenos en el formato que sea.

En 1800 ya circulaban diarios y publicaciones periodísticas en muchos países del mundo. Sin embargo, no existían aún las agencias de noticias. Para los que no saben muy bien de que se trata la tarea de Télam, DyN, Noticias Argentinas o las internacionales EFE, Reuters o DPA, vale aclarar que hacen "periodismo para periodistas". Son organizaciones empresarias que ofrecen sus servicios a medios de comunicación, que a su vez pagan abonos por lo que reciben, ya sean textos, fotos o producciones audiovisuales. Las agencias de noticias más importantes de cada país suelen tener planteles que superan en cantidad y calidad a los staff de la gran mayoría de las redacciones de los medios a los que les venden sus servicios. Ese es uno de sus mayores diferenciales: ofrecer a los medios menos poderosos una "Redacción" superprofesional (en cobertura y alcance, de textos e imágenes). El otro diferencial está vinculado con el tiempo. La agencia ofrece inmediatez en la información. Comunica ya, emite "cables" indiscriminada e incesantemente sin importar la hora ni el día, ni el tema. No sabe de los cierres de edición de los medios impresos, ni de horarios de transmisiones de los ciclos de medios electrónicos (radio o tv). Se trata de algo parecido a los sitios de información disponibles en la web, pero con estructuras mucho más grandes y profesionales. En nuestro país la única excepción exitosa es el portal Infobae, que se ofrece exclusivamente on line y tiene una redacción extendida y prestigiosa a la hora de dar información. El resto está en un proceso en el que tiene que reconfigurar su negocio y no siempre sabe cómo, por dónde, para qué o para quién. Todos parecen "ver" que el futuro de la radio, la tv, los diarios y las revistas pasará por los portables (teléfonos o tabletas). El problema radica en cómo hacer de eso algo posible, económicamente hablando. Atención que digo posible, ni siquiera rentable.

Históricamente el negocio del Editor fue publicar algo que a otros le resultara interesante y que a la vez estuviera dispuesto a pagar por ello. Ya sea un libro, diario o revista. Así funcionó la industria durante siglos. Era una ecuación simple que permitió desde la difusión de las grandes obras de la literatura universal hasta pasquines berretas de baja estofa. Lo que está en juego hoy es que hay cada vez menos interesados en pagar lo que otros producen periodísticamente. ¿Por qué? Porque la información pareciera ser gratis y estar accesible a cualquiera que tenga en sus manos un celular con abono que le permita navegar por la web.

Estamos en un proceso de cambio y confusión en el que nadie habla de la calidad de lo que se transmite. Ni siquiera de su veracidad. Pero sí de su "potencia". De los "alcanzados", de los clikeos, los seguidores y los me gusta. Una vez que se reconfiguren los canales, los medios que permanezcan serán siempre los que logren confiabilidad. Nadie seguirá, retuiteará ni le dará likes a quien mienta, sea parcial u oculte información interesadamente. Los profesionales buenos seguirán siendo buenos en el formato que sea.

La muerte del libro fue anunciada infinidad de veces, sin embargo una reciente encuesta del Ministerio de Cultura francés reveló que el 83% de los lectores en las playas y balnearios de Francia leyeron este verano libros impresos y sólo el 17% en ebooks u otros dispositivos. Ese proceso, en el que los libros físicos parecen imponerse, para los diarios y revistas viene más lento e indescifrable. Seguramente se saldará cuando se resuelva la ecuación: confiabilidad de lo que se informa / que alguien esté dispuesto a pagar por ello.

En todos los casos, los editores seremos siempre editores. No importará el formato.

Para terminar comparto una anécdota de pueblo chico. En un intercambio futbolero y pensando en cómo afectarme, un joven vecino de Canning me dijo: "los domingos, termino de leer el diario y después lo uso para prender el fuego". Se quedó perplejo con mi respuesta: "...objetivo cumplido amigo, buen provecho".

Y buena semana.

 

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