En ese balance casi siempre nos quedamos
"contaminados" por los hechos más recientes. Hasta que nos damos
cuenta que esto o aquello había sido precisamente en febrero o marzo (del mismo
2016), meses que ya forman parte del siglo pasado para el día a día
periodístico.
Este fin de año el balance tiene sensaciones
encontradas. Fue un año en el que perdimos algunos amigos entrañables que
sabemos siempre estarán en nuestro corazón y, fundamentalmente, fue el año de
nuestro décimo aniversario. Festejo que coronamos con un concierto gratuito
para mil personas del dúo Baglietto/Vitale en el Colegio Grilli de Canning el
pasado 1ero. de diciembre. Dicho así parece simple y sencillo. No lo fue.
Demandó una organización propia de otro tipo de empresas o gobiernos. Sin
embargo, aún hoy recojo los ecos positivos de una noche de música y amigos.
Para esa oportunidad pensé y escribí una
presentación que hablaba del recorrido de nuestros medios y de cómo los
habíamos proyectado. Sin ahorrarnos miedos ni incertidumbres, los habíamos
encarado al fin. En ese análisis objetivo de nuestra aparición y crecimiento, y
el paralelismo con la evolución histórica del país y las ciudades que
alcanzamos (periodísticamente hablando), me faltó una faz que con el correr de
los días se me hizo presente de distintas maneras: la personal, la de "la
gente". De mi gente y de otras gentes que formaron parte del recorrido institucional.
Quiénes son mi gente, es más sabido. Somos el resultado de una empresa
familiar. Justamente, mi familia. Esto suele tener ventajas y desventajas en
desiguales proporciones: a la familia siempre se le exige más y se la suele
reconocer menos; la familia pone el hombro en la mala y toma la buena
"como lo que debe ser, para eso trabajamos".
La otra gran familia estuvo formada por
mucha gente, muy distinta, a los largo de estos últimos 10 años. Algunos usaron
nuestros medios locales para dar el salto a otros nacionales; otros aún nos
acompañan todos los días con pasión y compromiso; otros, que vinieron a buscar
"un sueldito", pasaron sin pena ni gloria, y sin dejar huellas. Mi mayor orgullo fue leer el Facebook de
Natalia Arenas, actual subdirectora del diario Popular, que recuerda con
orgullo sus primeros pasos en nuestra redacción, a pesar de "las
discusiones con Ricardo" (que vendría a ser yo).
Terminamos el año proyectando el que viene,
pensando en nuevos productos y servicios para nuestros lectores, oyentes y
cibernautas. Es difícil escribir sobre lo que uno hace y su alcance. Parece
"autobombo", aunque los que me conocen de verdad saben que estamos a
kilómetros de creérnosla. Que sólo trabajamos para mejorar nuestro trabajo y
para optimizar nuestros canales. Como lo que se mide no se discute, mido y veo
que tenemos más de 50.000 seguidores en Facebook, que llegamos a 25.000 hogares
con nuestros diarios y que cubrimos con nuestra radio un área donde viven
650.000 personas. Eso somos hoy, luego de 10 años en los que solo nos
preocupamos por invertir y reinvertir en nuestros productos informativos y en
la optimización de sus canales de difusión.
Nuestro balance es positivo y nuestra
memoria está activa. Sabemos de dónde venimos, por eso también sabemos dónde
queremos ir.
Columnista |
Salud y amor, que el dinero va y viene
El último editorial de cada año suele titularse "memoria y balance". Es una especie de rendición de cuentas, de parar la vorágine diaria para ver dónde estábamos (hace un año) y dónde estamos; qué hicimos y qué nos quedó por hacer; dónde acertamos y dónde nos equivocamos; qué nos alegró y qué entristeció. En fin, un balance.
31 de diciembre de 2016 - 00:00
Un amigo suele brindar con un: "salud y amor, que el dinero va y viene".
Salud y amor para todos ustedes.
Buena semana.