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La política para los políticos (pero que sean buenos)

En pleno segundo semestre el gobierno nacional se somete a las primeras evaluaciones, tanto del ámbito de la política como de los comunicadores, medios y de la opinión pública.

Probablemente el error emblemático de la gestión Macri sea la fallida aplicación del régimen tarifario de los servicios públicos. En el afán de dar todas las malas noticias al comienzo de la gestión, se impulsó un aumento en porcentajes que no tuvo en cuenta las variables intangibles.

¿Qué son las variables intangibles? Varias.

Una es la que Sergio Massa llama "la gente". Esa gente que vive en Recoleta y sabía, y sabe, no era "normal" pagar 75 pesos bimestrales de luz y casi 1000 de tv por cable + internet. Sin embargo, se espantó al recibir una factura por 1250 pesos y lo hizo saber.

Después vino la historia conocida. Se acordó un tope de 400% que no se pudo universalizar. ¿Cuántos usuarios superaron el tope? Pocos. Según el gobierno menos del 5%. Pero fueron el 5% que volvió a alzar la voz y a viralizar facturas con incrementos porcentuales imposibles de aceptar.

Finalmente la Corte dijo salomónicamente que debía haber audiencias públicas y que todo lo que allí sucediera deberá ser tenido en cuenta al momento de armar el nuevo cuadro tarifario. Quienes participamos alguna vez de una audiencia pública, sabemos perfectamente su caracter rutinario y declamativo. Es como la publicación de los avisos de ley. Los alcanzados y afectados generalmente se lo pierden siempre, pero están impresos. Son documentos protectivos de las decisiones de quienes deciden. Nada más.

Otra variable intangible es el menos común de los sentidos: el sentido común. Creo no equivocarme al afirmar que no debe haber ningún antecedente, de ningún país del mundo, donde un gobierno proponga un aumento del 1000% (de lo que sea), y que fuera aceptado por su ciudadanía. ¿En qué estaban pensando? Creo que quisieron hacer el trabajo sucio de entrada, capitalizar el crédito inicial y "encaminar el barco".

Hete aquí el último intangible de la página: la política. Pareciera que para alguno de los funcionaros del gobierno "hacer política" es mala palabra. Y se basan en un principio rector de honestidad para "hacer las cosas bien". Resulta que si todo fuese tan lineal sería muy fácil gestionar. Basta con elegir gente honesta para que nos vaya bien. Y no alcanza con eso. Hace falta gente honesta pero también gente capaz de conducir instituciones y organizaciones complejas. Que entiendan de lo técnico pero también que sean profundamente humanos, porque sus decisiones impactan en millones de personas. Uno de los principios rectores de Harvard es "duro con los problemas suave con las personas". Leyo bien, de Harvard. Algunos funcionaros parecen haber faltado a clase.

Mi invitación es que llamemos a las cosas por su nombre. No hay gerentes ni CEOs que nos gobiernen, hay políticos. Que ejercerán como tales y tomarán decisiones de tales, que nos afectan a todos. Que sean honestos no es una virtud, es una obligación. Cada vez e escucho "fulano de tal no viene de la política", y tiene obligaciones políticas, tiemblo. Que los corruptos, deshonestos y obscenos vayan presos, pero que nos gobiernen aquellos que sean capaces de enfrentar duro a los problemas y ser suaves con las personas.

Buena semana.

 

 

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