Columnista |

La plaza del NI

En alguna oportunidad fijé posición acerca de lo que otros denominan "periodismo militante". Creo que no se trata de una rama ni vertiente del periodismo. En el mejor de los casos, podría ser un militante que intenta hacer periodismo; o un militante que se sirve, o usa, el periodismo para militar. En todos los casos afecta su credibilidad e imparcialidad, y no peco de ingenuo, ni soy naif.

Hay mucha gente que le gusta que le digan solo lo que quiere escuchar. Cómo, cuándo y dónde lo quiere. Hay un gran público para eso. Basta con recorrer todas las transmisiones partidarias de los principales equipos de fútbol. Allí los defensores defienden mejor, los delanteros saltan más alto y el árbitro siempre nos perjudicará a la hora de perder. Como si se tratara de una serie americana, podemos construir una realidad real a partir de una virtual según más nos convenga.

Esta semana radio Continental decidió la salida de una de sus principales figuras en los últimos 30 años. Víctor Hugo Morales sostuvo en todos los medios que pudo que se trató de un claro acto de censura, e intentó demostrarlo con dispar éxito. Sus oyentes, y no oyentes, se convocaron en un masivo reclamo y una manifestación pública. Victor Hugo se reconoce un militante de gestión kirchnerista, y, como otros, seguramente intuía que el "tiempo de cambio" que reflejaron las urnas lo afectaría.

Pasa que su caso es emblemático. Pero también lo sufren decenas de periodistas del Grupo 23 (Diario Tiempo Argentino, Diario El Argentino, Radio América, Radio Splendid, Revista 23 y Radio El Mundo). Ni hablar de los otrora hiperoficialistas integrantes de 678. Víctor Hugo no será censurado. Podrá trabajar donde quiera, porque es autosuficiente y autosustentable. La inmensa mayoría de los periodistas de los medios nombrados no tendrá su suerte.

Me niego a aceptar a estas como las reglas del juego, esperando quienes serán los nuevos Victor Hugo de la gestión macrista (hay varios que están haciendo sobrados méritos por ser bendecidos). Esta situación excede la histórica y mundial posición de los medios divididos entre oficialistas y opositores. Es mucho más nociva porque afecta la credibilidad individual, generando una situación que lima la confianza del receptor que no busca la verdad y solo se encolumna de "un lado o del otro" y solo escucha a quien le endulza los oídos.

Así, perdemos todos. El periodismo es otra cosa. Indaga, pregunta y repregunta, duda y desconfía, ofrece voz a los que no la tienen, pone la lupa en los detalles, es noble en hacer ver la delgada línea entre informar y opinar.

Los que informan o ponen en duda sobre la legalidad o no de un decreto de necesidad y urgencia; los que denuncian persecuciones o despidos injustos o injustificados; los que infieren intereses privatizadores en la firma de convenios internacionales; los que denuncian nepotismos o actividades privadas no éticas con la del funcionariado público; no son necesariamente opositores ni desestabilizadores. Son necesarios. Lo eran antes y lo son ahora.

En la campaña presidencial de 1989, Bernardo Neustadt armó un debate entre candidatos al que faltó Carlos Menem. Neustadt le cayó sin piedad, mostrando una y otra vez una silla vacía. Por entonces Menem prometía salariazos y revoluciones varias. Cuando fue gobierno acordó con el nuevo poder económico internacional, desmanteló y privatizó el estado al tiempo que se ufanaba: "si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie". Neustadt fogoneó en abril de 1990 la realización de la que dio en llamar "la plaza del sí". Era necesaria una demostración de apoyo popular al nuevo proyecto nacional. Eran tiempos en los que las telefónicas internacionales se peleaban por quedarse con cada mitad del país en la que había sido dividida la vieja ENTEL. Claro que para que "la gente" aceptará el bálsamo importado, debió antes "odiar" a ENTEL; y "hastiarse" de los paros de los ferrocarriles para aplaudir sin más un memorable y costoso: "ramal que para, ramal que cierra".

Si de esto Ud. concluye en que soy opositor, estamos perdidos. Los dos.

Buena semana.

Dejá tu comentario