Columnista |

La suerte es mufa

Siempre esperamos a un Messi, un individuo que sea capaz de salvar al conjunto.

Estadio Monumental, juegan la Argentina y Venezuela. Uno de los mejores equipos del mundo en el ranking FIFA contra el peor de América. El resultado está empatado, después de ir perdiendo, de local... Impensado. Minuto 44 con 37 segundos del segundo tiempo. De repente, el relator esputa: “5 minutos de alargue: HAY VIDA”, enfatizó. 

El fútbol suele desbordar las pasiones y el andar errático de la selección nacional en las eliminatorias de cara a Rusia 2018, nos está poniendo nerviosos a todos. 

A menudo suelo hacer paralelismos con el fútbol. En realidad creo que alrededor del deporte pueden explicarse muchas situaciones de la vida cotidiana (familiar, laboral, etc.). Desde el espíritu individual y colectivo hasta la garra pasando por el trabajo en equipo, el esfuerzo, la perseverancia, el éxito y el fracaso, la resiliencia, el talento y el esfuerzo, la superación, la derrota, el volver a empezar, el compañerismo y el egoísmo y los valores. Los positivos y los negativos. Porque no son todas flores. Hay quienes hacen trampa, engañan, traicionan, simulan, lastiman adrede, sacan ventajas, se corrompen o son devorados por sus egos. Para cada caso se me ocurre un ejemplo futbolero. Sea popular o de “entrecasa”; protagonizado, de conocimiento público o vivencial, ejemplos sobran.

Vuelvo a lo de “la vida”. Fue claramente una figura del relator, pero le salió de las tripas. Una frase adjudicada a Juan Marzio “Tano” Fazzini sostiene que “se juega como se vive”, y haciendo una lectura lineal podríamos decir que estamos viviendo mal o muy mal. Algún observador podrá señalarme que ninguno de los jugadores de la selección nacional de fútbol vive mal. Es 100% cierto. Viven en Europa, brillan en sus clubes, aseguraron el futuro económico de sus hijos y nietos. Si analizamos nombre a nombre y puesto por puesto disponibles, podríamos armar dos o tres selecciones que superarían sin miramientos a Venezuela en la cancha de River…

Párrafo aparte para analizar un valor agregado no menor. Atención: tenemos entre “los nuestros” a uno de los mejores jugadores del mundo desde hace años, no es coyuntura ni casualidad. Messi es el mejor. O uno de los dos o tres mejores de la última década, sin dudas. Sin embargo no podemos armarle un EQUIPO a su alrededor. Y no es un técnico, son muchos. Esta eliminatoria consumió 3 técnicos. A “Tata” Martino lo despidieron por salir dos veces subcampeón, vaciándole de jugadores la selección olímpica que dio pena en Río. Apareció Bauza con pocos aliados  hasta que la “nueva AFA” fue a la caza de Sampaoli. Un técnico por el que hubo que indemnizar al Sevilla de España y ahora, después de dos partidos oficiales, es cuestionado. 

Independientemente de lo ya dicho sobre “jugar como se vive”, creo que estamos construyendo el barco mientras navegamos y eso no suele salir bien. Y no hablo sólo de fútbol, claro. Tenemos los argentinos una cualidad propia que nos hace creer mejor de lo que somos. Siempre aparece el “tocado por la varita mágica” que nos salva. Siempre esperamos a un Messi, un individuo que sea capaz de salvar al conjunto. Y como a veces nos va bien, desvalorizamos los proyectos y los esfuerzos que permiten logros y no hazañas. 

Algún día vamos a dejar de soñar con “la épica”, en ganar sobre la hora con uno menos y en medio de una lluvia torrencial. Algún día vamos a ganar como consecuencia de un trabajo serio, ordenado, comprometido, donde el triunfo sea una consecuencia y no una casualidad. 

Alguna vez escribí aquí una frase en la que creo profundamente: la suerte es mufa. Solemos otorgarle un porcentaje demasiado importante a la suerte, en desmedro con la seriedad de un proyecto. 

Señores y señoras, a la suerte hay que ayudarla. Joan Manuel dice: “bienaventurados los que caen en el fondo del pozo, porque de ahí en adelante solo cabe ir mejorando”.

Buena semana.
 

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