Columnista |

Hacer empresa es emprender. No es fácil, ni para cualquiera

La evolución del puesto de trabajo. Qué buscan los jóvenes, hacia dónde van y cómo tratar con ellos.

Fabián es un amigo del fútbol. Vive en Canning y preside una empresa de seguridad informática que brinda servicios a bancos y entidades financieras de todo el país.  

Su recorrido profesional (previo a la fundación de su propia empresa) estuvo siempre vinculado a “recursos humanos”. Fue gerente y asesor de muchas empresas privadas y alguna administración pública en las áreas de “personal”.  

Hablar con él siempre resulta muy interesante porque tiene una triple mirada sobre el tema relaciones humanas y el trabajo: la del empleado (dentro de una organización), la del consultor externo (que muchas veces se pierde “día a día”) y la del gerenciador de su propia empresa. Y también la de un profesional que a sus 50 vivió distintos momentos económico/políticos del país; vivenció la incorporación de nuevos derechos, las incidencias costo laborales y las relaciones personales/profesionales; y “sufrió” la evolución de lo que significó y significa “el trabajo” para nuestra sociedad desde hace 45 años. 

La descripción de lo que significa el trabajo hoy para los más jóvenes suele causar las mayores sorpresas en cada cena pos entrenamiento. A muchos les parece una novedad que jóvenes profesionales o estudiantes avanzados le renuncien vía whatsapp: “jefe, no voy más. Ya ahorré para las vacaciones”. Cuando se da cuenta que alguna de sus anécdotas diarias captan interés, y sorprenden a la vez, suele contar detalles más pequeños como los de explicarles a empleados que no pueden ir al trabajo en ojotas aún cuando haga mucho calor. 

Para la última generación incorporada al mundo laboral el concepto del “trabajo para toda la vida” no existe más. Eso está claro. Lo mismo que la movilidad ascendente que suponía “entrar a una buena empresa” para “hacer carrera”. Hoy se vive mucha movilidad. Los más jóvenes buscan hacer experiencias que les permitan ir por más, y pueden abrirse a explorar desafíos para los que no necesariamente estuvieron preparados ni formados, solo por el reto de saberse capaces o simplemente para mejorar la paga. “Cuando los buenos se saben (o sienten) buenos empiezan a elucubrar cómo hacer ellos mismos el negocio, cómo ser los que emiten las facturas y no de tener recibos de sueldo. Casi como si fuera lo mismo ser empleado que empresario, como si se asumieran los mismos compromisos y riesgos. Así llegan a perderse y frustrarse muchos talentos y a cerrar muchos emprendimientos interesantes. Ejemplos sobran.  

No es fácil “hacer empresa”. Tampoco es fácil “mandar” ni tomar decisiones que involucran y modifican la vida de 10, 100 o 1000 familias. Significa una enorme responsabilidad que no todos ponderan. En nuestro país la exaltación “del que la pegó” tiene más y mejor prensa del que se esfuerza por lograr sus objetivos (sea empleado o empresario) dentro de un proyecto. Así las cosas vemos más interesados en “pegarla” de los que efectivamente “la pegan” y eso conlleva esfuerzos vanos y frustraciones varias.  

Fabián cree que la clave para lograr hacer sustentable cualquier proyecto está en saber armar un buen equipo. De ahí la comparación sinérgica con su equipo de fútbol de El Lauquén. El mejor arquero no podrá robarla en mitad de cancha, el mejor defensor tampoco hará un pase “Bochinezco” entre líneas, ni el 5 será el goleador del campeonato. Sí algo de esto sucede será una excepción, no la regla. Es difícil armar un buen equipo, en el que cada uno sepa su rol y el de los demás y todos se esfuercen por tirar parejo y cumplirlo con compromiso, sin vedetismos ni egos inconducentes.   

Fabián nos cuenta que ante la situación actual se vive un nuevo paradigma: “en el mercado volvieron a cotizar los veteranos”. Pasa que a ellos no hay que explicarles por qué es importante respetar los horarios, ni cumplir con las entregas, ni cómo vestirse adecuadamente o dirigirse a los clientes, entre compañeros o con los jefes. También dice que ante la falta de compromiso a largo plazo los nuevos gerentes suelen elegir el “divide y reinarás” en desmedro de la búsqueda de armar equipos. “No tiene sentido apostar ni formar a alguien que en realidad sólo quiere lograr un objetivo económico (sea para aquellas vacaciones o para terminar de pagar la moto). Armar equipo en 2018 parece un esfuerzo que los resultados no llegarán a ver. “Entonces hay que correrlos con incentivos económicos, hacerlos competir y hasta pelearse entre ellos, mostrarle las posibilidades futuras que el presente les puede dar, correrles el arco después de cada gol a favor o ensalzarles el ego. Todo mientras gastamos de más (tiempo y dinero) controlando cumplimiento de horarios y que no nos roben...” 

Todo esto sucede mientras un grupo de más de 50 intenta que el arquero ataje, los defensores defiendan y los delanteros hagan goles. A Fabián Ares es imposible sacársela, la tiene atada. 

Buen fin de semana.  

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