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Un radical de verdad

Heredero de Alem, Yrigoyen e Illia, llegó al conocimiento y al corazón de los argentinos en 1982, uno de los años más decisivos de nuestra historia. Democrático, progresista, honesto, luchador hasta el último minuto de su vida.

Raúl Ricardo Alfonsín pasó a la historia argentina por ser uno de los presidentes más honestos y preocupados por los derechos humanos. Incluso, defendió esta causa cuando todavía había personas que eran secuestradas, torturadas y desaparecidas. Gobernó luego de la dictadura más cruel del país; por ello, tuvo que pelearse con la derecha más acérrima y enfrentar más de una amenaza. Su batalla le dio el reconocimiento de ser llamado "el padre de la democracia”. Así se lo recuerda hoy. Así lo ven millones de militantes que encuentran en su figura, un ejemplo de moral y política.

Nació el 12 de marzo de 1927, en Chascomús. Era el sexto hijo de Ana María Foulkes y Raúl Serafín Alfonsín, un reconocido comerciante minorista en la ciudad. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Normal Regional y los estudios secundarios en el Liceo Militar General San Martín, de donde egresó con el grado de subteniente de reserva. Tuvo como compañeros de clase a Leopoldo Galtieri y Albano Harguindeguy.

Se casó con María Lorenza Barreneche y tuvieron seis hijos: Raúl Felip, Ana María, Ricardo Luis, Marcela, María Inés y Javier Ignacio. En 1950, se recibió como abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y comenzó a participar en la UCR. Alfonsín mostró siempre su lealtad absoluta para el partido y los ideales del mismo. "Nosotros venimos a afirmar que no creemos esto de que la sociedad se haya derechizado. La sociedad estuvo confundida y está cada vez más clara, pero si se hubiera derechizado, lo que tiene que hacer la Union Cívica Radical en todo caso, es prepararse para perder elecciones, pero nunca para hacerse conservadora”.

Su primer cargo político fue en 1954 cuando fue elegido concejal de Chascomús. Un año después, los militares que impusieron el golpe de facto del ´55 y proclamaron la autodenominada "revolución libertadora” llevaron preso al Doctor aunque salió al poco tiempo. Durante el período de dictadura, muchos militantes del peronismo, de izquierda, nacionalistas, entre otros, bogaron por emprender la lucha armada y enfrentar al gobierno. Alfonsín defendió la postura contraria, rechazó la lucha armada y, al mismo tiempo, denunció las atrocidades cometidas por los gobernantes desde el periodismo, sobre todo bajo el pseudónimo de Alfonso Carrido Luna. En 1958 fue electo diputado provincial en la Provincia de Buenos Aires y diputado nacional durante el gobierno radical de Arturo Illia entre 1963 y 1966, en el cual fue vicepresidente del Bloque de Diputados Nacionales de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP). En 1965 fue elegido presidente del Comité Provincia de Buenos Aires de la UCRP.

En el ‘75, Perón estaba al mando del país, ya no era el mismo de su primera y segunda presidencia cuando bogaba por un gobierno populista. A diferencia de aquellos años, su mano derecha era López Rega, quien instauró la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) que se encargaba de perseguir y asesinar a los opositores. Durante la última etapa de este período, Alfonsín fue una de las personalidades que fundó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Esta asociación fue la primera creada en Argentina para enfrentar las violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Su primera reunión se llevó a cabo durante el mes de diciembre de 1975 en la Casa de Ejercicios Espirituales que dependía de la Iglesia de la Santa Cruz. Además de quien luego sería el presidente de los argentinos, el encuentro convocó a otras personalidades del mundo intelectual tales como Rosa Pantaleón, el obispo de Neuquén don Jaime de Nevares, el rabino Marshall Meyer, el obispo Carlos Gatinoni, la doctora Alicia Moreau de Justo, Oscar Alende, Susana Pérez Gallart, Adolfo Pérez Esquivel y Alfredo Bravo. La entidad también luchó contra los crímenes cometidos en la dictadura del ’76.

Como abogado, Alfonsín trabajó de forma gratuita para defender los casos de opositores y presentar hábeas corpus por los detenidos-desaparecidos, actividad que por sí misma solía significar la muerte. También, realizó varios viajes a América Latina, los Estados Unidos, Asia, la Unión Soviética y Europa, donde denunció la masiva violación de derechos humanos que se estaba produciendo en Argentina.

Finalmente, el golpe militar perdió poderío y se llamó a elecciones. Para ese entonces, Argentina tenía uno de los niveles más altos de pobreza, grandes crisis económicas y había más de treinta mil personas desaparecidas, cuyo hijos habían sido robados.

Una vez abierto el proceso de transición a la democracia bajo la presidencia del general Reynaldo Bignone, Alfonsín ganó las elecciones internas dentro de la Unión Cívica Radical. Poco después fue candidato a presidente de la Nación, cuando el otro representante del partido, Fernando de la Rúa, declinó su candidatura ante el amplio apoyo que estaba recibiendo Alfonsín en todo el país.

Casi todo el país estaba convencido de que en aquellas elecciones iba a ganar el partido justicialista representado por Italo Luder pero no fue así: Alfonsín se impuso con el 51,7. "Iniciamos una etapa que sin duda será difícil, porque tenemos todos, la enorme responsabilidad de asegurar hoy, y para los tiempos, la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina”, afirmó en aquel momento, con plena conciencia de gobernar Argentina en ese momento no sería tarea fácil.

Asumió el 10 de diciembre de 1983. Como presidente, uno de los mayores problemas que tuvo que enfrentar fueron las amenazas de los militares y juzgarlos ante la justicia. El 15 de diciembre de 1983 Alfonsín sancionó los decretos 157/83 y 158/83. El primero, ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las organizaciones guerrilleras ERP y Montoneros; el segundo, procesó a las tres juntas militares que dirigieron el país desde el golpe militar del 24 de marzo de 1976 hasta la Guerra de las Malvinas. Asimismo, creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), integrada por personalidades independientes como Ernesto Sabato, Magdalena Ruiz Guiñazú, Graciela Fernández Meijide, entre otros, con la misión de relevar, documentar y registrar casos y pruebas de violaciones de derechos humanos, para fundar el juicio a las juntas militares.

El 20 de septiembre de 1984 la CONADEP produjo su conocido informe titulado "Nunca Más”. El 4 de octubre de 1984 la Cámara Federal, un tribunal civil, desplazó al tribunal militar que estaba enjuiciando a las juntas para hacerse cargo directamente del juicio. Se trataron 281 casos y se dictó la sentencia condenando a Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Viola a 17 años de prisión, a Armando Lambruschini a 8 años de prisión y a Orlando Ramón Agosti a 4 años de prisión. El problema es que a los militares no les caía en gracia su destitución en manos de la democracia y, mucho menos, ser juzgados. El presidente recibía amenazas y ante la presión de varios sectores, estableció la Ley de Punto Final, la cual impuso un plazo de sesenta días para procesar a acusados de delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura.

El clima continuó tenso y en la Semana Santa del ’87, hubo un intento de golpe: jóvenes oficiales denominados "capintadas”, al mando del teniente coronel Aldo Rico, produjeron una rebelión. Millones de argentinos salieron a las calles para luchar por la democracia e incluso, la CGT se declaró en huelga para defender el gobierno institucional. El Presidente convocó a su ejército pero no obtuvo una buena respuesta. Finalmente, Alfonsín fue personalmente a Campo de Mayo a para reducir a los insurrectos. Luego, el presidente habló a las multitudes reunidas en Plaza de Mayo y dijo su reconocida frase: "la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”.

Si bien Alfonsín ganó aquella pelea contra los militares, tuvo que negociar con ellos para no ser destituido y que el Gobierno quede nuevamente en manos de los genocidas. Estableció con los "carapintadas” que no habría nuevos juicios contra los militares y el acuerdo se plasmó en la ley de Obediencia Debida.

El alfonsinismo también debió enfrentar fuertes crisis económicas. Lo cierto es que cuando tomó el mando, la dictadura había dejado al país en una situación muy desfavorable que fue casi imposible de remontar. Es así que en esos años comenzó a implementarse el "Plan Alimentario Nacional” (PAN) que consistía en dar comida a las personas que estaban en la pobreza. "Yo les pido disculpas a todos por mis equivocaciones pero tengan la seguridad que hay una pasión argentina que me mueve y que nada me va a convencer de que no es necesario seguir adelante, no me importan los votos, me importa el futuro de nuestros hijos”, mencionó humildemente en una oportunidad ante los aciertos y desaciertos que hubo en su gobierno.

El 8 de junio del ‘87 se creó la Ley que aprobaba el divorcio con fuertes críticas por parte de las instituciones religiosas. Otra de las medidas que despertaron la polémica fue el proyecto de trasladar la Capital Federal al sur argentino, a Río Negro, aunque no contó con el apoyo suficiente para ser puesto en marcha. Al Gobierno de Alfonsín le esperaría otra revuelta cuando en 1989, un grupo encabezado por Enrique Gorriarán Merlo tomó el Regimiento Militar de la Tablada pero no logró trascender.

En términos legales, Alfonsín debía terminar su mandato el 10 de diciembre de 1989. Sin embargo, por la grave situación económica y las presiones que recibió por parte de sus colegas, decidió adelantar considerablemente la fecha de las elecciones estableciéndolas el 14 de mayo, casi siete meses antes de la entrega del mando. En el futuro, él mismo calificó esa decisión como "un error tremendo" de su parte.

Ya retirado de su cargo, siguió con sus actividades relacionadas con la política. Continuó siendo el presidente de la Unión Cívica Radical hasta 1991 cuando cedió su lugar a un hombre de su confianza, Mario Losada. Luego, creo la Fundación Argentina para la Libertad de Información (FUALI) y realizó publicaciones escritas sobre su mandato e ideas políticas.

El 2 de julio del 2008, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires lo nombró "ciudadano ilustre”, reconociéndolo por "su aporte permanente a la democracia y los derechos humanos”. Esa misma noche, se realizó el acto de homenaje en el Teatro Argentino de La Plata, al cual asistieron más de cuatro mil personas agradecidas por su accionar. El 1 de octubre de ese mismo año, fue homenajeado por la Presidenta Cristina Kirchner quien inauguró un busto en su honor en el Salón de los Bustos de la Casa Rosada.

El 31 de marzo de 2009, a los ochenta y dos años, murió Raúl Alfonsín a causa de un cáncer de pulmón. El Gobierno Nacional decretó tres días de duelo y sus restos fueron velados en el Salón Azul del Congreso Nacional. Más de ochenta mil personas fueron a despedir al "Padre de la Democracia”.

 

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