Esteban Echeverría |

Familia de Esteban Echeverría no puede volver de China por el coronavirus y hace un mes no salen a la calle

Se trata de una vecina y comerciante de El Jagüel que viajó junto a sus tres hijos a principios de enero para visitar a su familia. Debían volver en marzo, pero tendrán que quedarse al menos un mes más.

Cada día pesa un poco más para una madre y sus tres hijos, vecinos de El Jagüel, que desde hace un mes están atrapados en China por la epidemia del coronavirus. No solo no salen de su casa en ningún momento, sino que además no podrán volver a Argentina como lo tenían planeado, y su regreso al país es hasta hoy incierto.

Luchi Zheng es la mamá de Erik, Valentín y Emma. Llegó al país en 2010 junto a su esposo, Martín, y abrieron un supermercado en Saavedra al 3800. Ya instalados en la ciudad formaron una familia y se volvieron amigos de casi todos en el barrio de Altos de Monte Grande.

El 2 de enero Luchi llegó a China junto a sus tres hijos para visitar a su familia. Ellos son -al igual que la mayoría de los chinos que emigran hacia Argentina- de la provincia de Fujián, ubicada a 700 kilómetros de la ciudad de Wuhan, el epicentro del coronavirus. “Extrañamos la vida de acá, la familia, la comida. Además queríamos que los chicos aprendan la cultura china, el idioma”, cuenta Luchi desde el otro lado del mundo, en comunicación con El Diario Sur.

Su visita estaba programada para terminar el 12 de marzo, fecha para la que tenían su boleto de vuelta; pero ahora con la epidemia el aeropuerto de Hong Kong permanece cerrado y no saben cuándo volverán a El Jagüel: “Vamos a tener que esperar hasta el 30 de marzo. Ahí nos van a avisar si vamos a tener algún vuelo o no, depende de cómo avance el tema de esta enfermedad”, explicó Luchi. 

Y en el mientras tanto, el encierro. Desde hace exactamente un mes que los vecinos no salen a la calle, para prevenir ser contagiados: “Estamos encerrados en la casa pero tenemos comida. Se puede ir al centro, pero si no es necesario nadie sale de su casa. Además está todo cerrado, la calle es un desierto, no pasa ni un auto. Lo único que está abierto son los bancos, hospitales y mercados”, explicó Luchi, y agregó: “Cada barrio está aislado, por ejemplo si fuera en Argentina y estuviéramos en El Jagüel, no tendríamos permiso de pasar a Canning. Si tenés que pasar por algo sí o sí, la policía te toma la temperatura (para corroborar que no tengan fiebre o síntomas) en las entradas y tenés que dejar tu documento”.

Y si bien las medidas de seguridad y prevención son extremas, el avance del virus sobre la población china hace que se viva con miedo e incertidumbre. Las cifras oficiales indican que más de 2.400 personas perdieron la vida por la epidemia, y otras 80.000 fueron contagiadas y están en tratamiento: “Se vive con miedo acá. El otro día Valentín se levantó con 37,7° de temperatura y con tos, pero al final no fue nada. Me da miedo que sea tan contagioso el virus, y que nos pueda pasar algo. En la provincia sí, pero en mi ciudad hasta ahora no hubo casos, eso nos deja un poco más tranquilos”

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