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Policiales en el recuerdo: el Triple Crimen de San Vicente

La noche del 10 de enero de 2004 Alex Canteros, junto con un cómplice, mató a su padre, a su madrastra y a su abuela para desenterrar un tesoro que no existía más que en su mente. Crónica del caso que conmovió a San Vicente.

Alrededor de las 10 de la noche del 10 de enero de 2004, Jorge Canteros, un comerciante de 51 años, comía un asado en el quincho de su casa quinta de San Vicente junto a su madre, Norma de Canteros, de 78 años, y su segunda esposa, Giselle Edith Minod, de 34 años.

A las 2.30 de la madrugada del domingo 11 de enero, Alex Canteros –hijo de Jorge- denunciaba a la policía el hecho que conmovería a San Vicente por las semanas siguientes. Según su propia declaración, Alex, de 18 años, había llegado a la casa quinta y había encontrado a su padre, a su abuela y a su madrastra, muertos a tiros, desparramos en el quincho. Los perros –cuatro doberman y un ovejero alemán- estaban encerrados, y de la casa solo faltaban $ 700 y una pistola Pietro Beretta que, según se supo después, era el arma homicida.

A los investigadores sólo les tomó tres días llegar a las escalofriantes conclusiones definitivas. En el medio se barajaron tres hipótesis. La de la venganza, que era la más fuerte, y la del robo o el crimen pasional, que a las autoridades les resultaban más improbables.

Por un lado, señalaban que Jorge Canteros –hijo del afamado diseñador de zapatos Pepe Canteros- estaba por cobrar una fuerte suma de dinero proveniente de un litigio por la muerte de su padre, que había fallecido en un accidente automovilístico. Esa línea investigativa abonaba, para la policía, la teoría del robo. Otra arista que se marcaba en el caso Canteros era la de la ex esposa de Jorge, una mujer con la que había tenido un tumultuoso matrimonio que había llegado a su fin hacía 12 años.

Las distintas versiones que circulaban por San Vicente daban crédito a la teoría de que el o los asesinos habían sido conocidos de las víctimas. Los perros encerrados y la nula resistencia por parte de Canteros y su familia, que habían recibido a sus verdugos, literalmente, con las puertas abiertas, alentaban aquella hipótesis. Además, aseguraban en el barrio, nadie había visto ni escuchado nada raro aquella fatídica noche del 10 de enero.

La verdad se supo después, gracias al testimonio de una pareja de testigos-cómplices. Ilusionado con la idea de encontrar un supuesto tesoro de 10 millones de dólares enterrado en el patio de la quinta, Alex Canteros, junto a su amigo Gustavo "Tito” Muñoz, de 32 años, asesinaron a las tres personas que cenaban en la residencia de la calle Primera Junta al 200.

La fantasía del tesoro había sido instalada en la perturbada mente de Alex por su abuela, quien repetía la historia de la fortuna enterrado en la quinta, aunque como algo metafórico: cerca de la planta de mandarinas estaban dispersas las cenizas de su marido. Sin embargo, para Alex la metáfora fue contundente. Porque les disparó a quemarropas a su padre, a su abuela y a su madrastra en pos de alcanzar el preciado tesoro.

El cómplice, "Tito” Muñoz, era un amigo y vecino de Alex. Cuando la policía fue a buscarlo para detenerlo, Muñoz intentó suicidarse dándose dos tajos en la garganta con un cuchillo Tramontina. Fue atendido en el Hospital Ramón Carrillo y a los 4 días declaró ante la justicia.

Una pareja amiga de Alex y "Tito” fueron el puente que le permitió a la policía saber la verdad sobre el caso. La pareja confesó haber recibido $ 25 de parte de los homicidas para ir al Coto de Temperley ese sábado a la noche y después darles los comprobantes de transporte a Alex y "Tito”, para que éstos puedan apoyar su coartada.

El Tribunal Oral en lo Criminal 4 de La Plata estableció por unanimidad, en el año 2008, cuando se llevó a cabo el juicio contra Alex y "Tito”, que los homicidios se produjeron con alevosía y condenó a la tristemente célebre pareja a reclusión perpetua. En el juicio de 2008, el juez de la causa, Caputo Tártara, repasó: "Cantero y Muñoz urdieron con antelación suficiente una macabra trama a los fines de asesinar al padre y su concubina, como así también a la abuela del primero, fingiendo un robo y homicidios, con la finalidad de obtener y quedarse con una importante suma de dinero que se encontraría enterrada en el predio”. Además, el juez afirmó que Cantero llevó adelante el plan para "apropiarse de la totalidad de la presunta suma de dinero" ya que su padre la había buscado en alguna oportunidad y, de haberla encontrado, le habría correspondido una parte pero no todo el dinero”.

 

Rumores

Una vez que se supo la verdad sobre los autores y el móvil del triple crimen, un sinfín de rumores alimentaron el fabuloso caso, que es recordado como el más célebre de la historia penal sanvicentina. Los medios nacionales aseguraban en aquellos extraños días de 2004 que los vecinos de San Vicente organizaban expediciones nocturnas para ingresar a la quinta y buscar el infame tesoro. A raíz de este supuesto furor explorador, aseguraron los medios, la policía tuvo que redoblar su custodia en el lugar. Otra de las insólitas versiones que engrosaron la historia fue la de que Alex y "Tito”, los asesinos, habían sido guiados a cometer el crimen y buscar el tesoro por un pai umbanda travesti, que les había pedido un cachet de 50 mil dólares en caso de que encontraran el tesoro.

 

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