San Vicente |

¡Feliz día a los bomberos sanvicentinos!

Aldo Ginocchio, Osvaldo Corti, Gastón Petaud y Mario Cedro se reunieron para celebrar el Día del Bombero Voluntario. Historias de vida y vocación de servicio.

"Para ser bombero hay que estar loco”. A esa definición llegaron Osvaldo Corti, Gastón Petaud, Aldo Ginocchio y Mario Cedro cuando, reunidos en el cuartel por El Diario San Vicente, repasaron la historia del cuerpo de bomberos local y hablaron sobre esa pasión a la que le dedicaron gran parte de su vida.

Ginocchio, de 90 años, es una pieza de museo viva para San Vicente: formó parte del primer plantel de bomberos voluntarios del distrito, en 1955, y aun se lo ve arriba del autobomba cada desfile del 25 de Mayo. Cuando llega a la entrevista, acompañado por familiares que escoltan su paso dificultoso, suscita el respeto y la admiración de los jóvenes y también de sus contemporáneos. Y recuerda la génesis: "Una vez llegaba Perón al pueblo, y se incendiaba una casa, pero no había bomberos para apagarla. Entonces Perón le ordenó al comisario Fernández que forme un cuerpo de voluntarios. Ahí empezó todo”.

En esos comienzos, según la memoria de don Aldo, los bomberos sanvicentinos fueron cinco: además de él y su hermano Juan, estaban Coco Caballero, Carlos Gioiosa y Félix Cazorla. "Éramos empleados en el taller de Bondoni, que en ese entonces tenía fábrica de lavarropas. Con las camisas y pantalones de ‘grafa’ que nos daba para trabajar hicimos los uniformes. Me acuerdo que le pusimos una cinta roja en la costura, y así desfilamos el primer 25 de Mayo. Después organizamos una kermesse para comprar mejores”.

El primer espacio físico para los bomberos estaba ubicado en el entonces bar de José Bellanza, donde actualmente está la confitería Clock. Entre cascos de lata, baldes de albañil y un tractor prestado por la municipalidad, apagaban con agua de la laguna los pocos incendios que se producían en aquel tiempo, mayormente en la zona rural. Luego se trasladaron al actual cuartel, que era inicialmente un galpón pequeño, y la delegación de Lomas de Zamora les cedió un camión Dodge 27.

"Salíamos en el Dodge y era increíble, pero los chicos que andaban en bicicleta iban más rápido que nosotros”, asegura Mario Cedro, que tiene 68 años y es bombero hace 50. "Había unos banquitos para sentarse y una manguera fija a la que no se le podía regular el chorro de agua”, cuenta.

Gastón Petaud, que entró al cuerpo en 1963, recuerda con humor que, entre el apuro y la falta de uniforme, fueron varias las ocasiones en las que bomberos sanvicentinos salieron a cumplir con su deber en calzoncillos. Y agrega que tras una inundación que lo mantuvo en servicio por algunos días, lo echaron de su trabajo.

En tanto, el comandante mayor Osvaldo Corti, que fue jefe de cuerpo entre 1980 y 1991, se rotula, junto a sus compañeros, dentro del grupo de los "locos útiles”. Y acerca de la responsabilidad que tuvo por más de una década, señala: "Es difícil ser jefe. Sos el primero en llegar y el último en irte. Y tenés que pelearla con todo. Yo estuve muy bien acompañado por Roberto Navarro”.

Los hombres, canosos y uniformados, comparten un mate y ríen. En la charla dejan entrever una complicidad de esas que únicamente pueden forjarse a través de los años: seguramente con asados y partidas de truco, pero también en situaciones extremas. Como diversión, cada uno cuenta sobre los nuevos "cumpleaños” que se ganaron gracias al oficio, en referencia a las ocasiones en las que el peligro los hizo pasar muy cerca de la muerte. Una de los momentos más impresionantes, según relatan, fue el choque de trenes que ocurrió en Brandsen en 1981, que dejó más de 50 muertos.

También se acuerdan de los famosos guisos de buceca de Coco Caballero, y homenajean al padre Eduardo Maffia, que formó parte del cuerpo de bomberos y solía oficiar de chofer del autobomba. Además, Cedro se queja de una novia de la adolescencia, que lo obligó a elegir entre la relación o la vocación. "Y acá estoy, con el uniforme puesto”.

"En ese sentido es fundamental el apoyo de la familia, sino es imposible. Porque un domingo, un cumpleaños o una noche buena, si suena la sirena te tenés que levantar”, reflexiona Corti. Y añade: "Una de las cosas que más rescato de todo esto es la forma en que aprendés a valorar las pequeñas cosas, como llegar a tu casa y que estén todos bien, o una cena entre amigos, porque te toca ver situaciones muy jodidas”.

"La realidad es que ser bomberos tiene más cosas malas que buenas”, coinciden. Y Cedro puntualiza: "Cuando hablan de la valentía y el coraje que tenemos, yo creo que es mentira: para mí es que estamos todos locos, porque si lo pensás dos veces, los riesgos que corrés y todo lo que te puede pasar, ni mamado te metés en un incendio”.

La situación actual, por los veteranos

Consultados por El Diario San Vicente, Osvaldo Corti y Mario Cedro manifestaron que la situación actual de los bomberos voluntarios en el distrito "es bastante buena”. "Tenemos equipamiento y personal acorde a las necesidades de San Vicente”, afirmaron, y destacaron la labor de la Jefatura, a cargo del comandante Norberto Mucha, y de la Comisión Directiva, presidida por el doctor José Alberto Spala. "El nivel de capacitación es realmente muy bueno, muy superior al de nuestra época”.

Manuel Nieto

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