San Vicente |

Lucía padece una alergia extrema y necesita un medicamento para sobrevivir

Es de Alejandro Korn y tiene alergia severa a los fármacos. Necesita adrenalina autoinyectable, pero cuesta 13 mil pesos.

Lucía Herrera tenía gripe el invierno pasado y decidió tomar un té “Vick”. Una hora después estaba en el Hospital Ramón Carrillo de San Vicente, a donde llegó en un remís y sin signos vitales. Primero empezó a brotarse su piel y luego se le cerraron por completo las vías respiratorias. Los médicos le salvaron la vida de milagro.

Esa crisis que sufrió esta madre soltera del barrio Sargento Cabral de Alejandro Korn de 24 años se debió a la anafilaxia, una condición crónica que se define principalmente como una alergia severa a los medicamentos. En el caso de Lucía, las reacciones también aparecen con ciertos alimentos. Cada mínima dolencia se convierte en una odisea, porque se puede tratar solo con algunas drogas específicas, que son costosas y no se consiguen fácilmente. Así, arrastra desde hace meses un esguince en su tobillo, y una infección urinaria se le complicó más de la cuenta.

Solo un elemento podría ayudarla a vivir más tranquila. La adrenalina autoinyectable conocida como epinefrina podría salvarle la vida en caso de sufrir un shock anafiláxico como el que le provocó el té descongestivo. Los médicos recomiendan que los pacientes con este tipo de cuadros lo lleven consigo todo el tiempo para que, en caso de un ataque, puedan suministrárselo y así mantenerse conscientes durante más tiempo hasta que puedan llegar a un centro de salud.

“Lo tendría que llevar siempre en la cartera. Lo necesito porque me podría salvar la vida”, dice Lucía en diálogo con El Diario Sur. Una dosis de epinefrina cuesta alrededor de 13 mil pesos. “Yo trabajo como niñera y tengo dos hijos, me es imposible comprarlo. Hice gestiones ante Desarrollo Social de Nación y del Municipio y no tuve respuesta”, agrega. No tener esa pipeta le impide hacer viajes largos, practicar deporte y hasta le dificulta conseguir un empleo en blanco: no la suelen admitir por los riesgos que conlleva. En los últimos días contó su historia y su reclamo en Facebook y conmovió a cientos de vecinos.

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“La anafilaxis es una enfermedad muy rara y que trae muchas complicaciones. Y los pacientes no recibimos ningún tipo de ayuda del Estado. Los remedios que podemos tomar son muy caros y difíciles de acceder, y necesitamos la epinefrina”, sostiene la joven, que está en contacto con otras personas que padecen la misma condición, aunque en el distrito de San Vicente no conoce a ninguna con la misma gravedad.

Para comer y no brotarse, toma algunos medicamentos que reducen la alergia. Pero como no tiene obra social, no puede comprarlos todas las semanas. “Ya no los puedo tomar todos los días porque son muy caros”, comenta.

Lucía lleva siempre una medalla que la identifica como alérgica los fármacos tradicionales. Su condición empezó desde niña, pero se acentuó en los últimos años por no haber hecho un tratamiento adecuado. Le cuesta encontrar médicos que se animen a atenderla. “Para ellos soy una bomba de tiempo, porque cualquier remedio que me den mal me pueden matar”, se lamenta.

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