Desde que Boca derrotó a Palmeiras en la semifinal de la Copa Libertadores la expectativa de una “marea Xeneixe” de más de 150 mil fanáticos que arrasaría con las playas de Río de Janeiro se consumó el pasado fin de semana, en la previa de la final que ganó Fluminense por 2 a 1. La desazón fue muy grande, aunque los fanáticos de la región cuentan lo que fue esa experiencia única.
En ese contexto, hubo hinchas que viajaron desde diferentes lugares del país y Canning no fue la excepción. un conocido administrador de Canning emprendió un viaje junto a sus amigos en auto en el cual gastaron menos de 200 mil pesos cada uno, en lo que consideró “una travesía gasolera”. Y claro, todo sea por Boca y más en una final.
“En general, en Brasil la gente es muy amable. O sea, uno confunde, viste. El que vive en Brasil, yo viví ahí. Y digamos, la mayoría de la gente es muy educada, muy respetuosa. Después bueno, si te metes en el quilombo del fútbol, es como acá”, contó el vecino de Canning en diálogo con El Diario Sur y continuó: “El día del partido uno lo disfruta desde el inicio, desde la previa hasta que se abren las puertas y empieza”.
La derrota en la final generó tristeza y desolación para el administrador de Canning, pero dejó una experiencia por el viaje junto a sus amigos. “Disfrutamos Río”, aseguró.
Las frustraciones deportivas suelen generar grandes bajones anímicos en los fanáticos del fútbol por lo cual de acuerdo a la visión de especialistas en salud mental y psicología deportiva es muy “importante comunicar lo que uno siente y no encerrarse sin buscar ayuda, si uno siente que no puede salir de esa situación”.
Los hinchas pueden experimentar episodios de ansiedad y a veces no registrar que están atravesando por ese cuadro. Sin embargo, no es habitual que estos temas sean planteados entre los hinchas del mundo del fútbol donde prevalece la pasión y la irracionalidad por amor absoluto hacia el club.
“Ante todo es cierto que sigo dolorido, sigo realmente muy muy triste. Soy de esos hinchas de Boca que siempre va a la cancha, que siempre sigue a Boca, así que nada, fue un baldazo de agua fría para nosotros”, contó Claudio Cristaldo, vecino de Horizontes al Sur y ultra fanático del equipo de la Ribera.
En los días previos, las imágenes de la violencia que llegaban desde las playas de Ipanema y Copacabana en Río de Janeiro generaban temor en los hinchas que todavía no habían llegado y el día de la gran final en el Maracaná, no fue distinto.
“En la cancha cada vez se ponía peor que mucha gente entraba llorando y no entendíamos por qué porque era y después nos dimos cuenta que eran porque estaban tirando gas lacrimógeno y reprimiendo a balazo de goma”, reveló Claudio y añadió: “En la playa fue una fiesta pese a la violencia que sufrimos, pero en el estadio estábamos regalados y pasábamos entre la gente de Fluminense, así como también la represión de la policía”.
Nicolás Paradiso, empresario con un comercio en Canning, recordó que ya en el avión de ida a Río de Janeiro la preocupación era un común denominador: “Noche tensa la del vuelo, sabiendo todo lo que estaba pasando en Río, la familia preocupada pero sabiendo lo que nos podíamos encontrar”.
“Después de festejar con los hinchas en las playas nosotros ingresamos 2 horas antes del partido y obviamente luego nos fuimos mal de la cancha junto a mis amigos (los bosteros del sur de Burzaco). Los días siguientes nos fuimos para Arraial donde todavía había más gente de Boca”, completó Nico.
El resultado del partido no fue el esperado para el mundo Boca y los hinchas que hicieron el esfuerzo de viajar a Brasil: soportaron los malos tratos de la Policía y la hostilidad de los “torcedores” brasileros, pero quedará el recuerdo de haber sido parte de la caravana más numerosa de hinchas en una Copa Libertadores.
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