En el marco del Día del Panadero, diferentes trabajadores de este rubro que tienen sus comercios en Esteban Echeverría le contaron a El Diario Sur sobre todos los sacrificios y recompensas que tiene este oficio tan necesario y valorado por los argentinos.
Día del panadero: la historia de tres trabajadores del rubro en Esteban Echeverría
En el Día del Panadero, los vecinos que trabajan en este oficio cuentan sobre el vínculo que formaron con los clientes y todo lo que esto implica.
“Es un oficio hermoso, pero lo tenés que hacer con ganas”, explicó Esteban Ramón Godoy, dueño de la panadería “Chicha”, ubicada en Luis Guillón (Almafuerte 1680). A pesar de que el oficio de panadero requiere trabajar desde la madrugada e incluso los domingos, asegura que “es gratificante cuando los clientes reconocen la calidad de la mercadería”.
Ramón comenzó en este rubro cuando tenía 16 años, a los 23 cambió de trabajo, pero hace 10 años tomó la decisión de abrir “Chicha” con un amigo: “Ser dueño es difícil, te golpeas y vas aprendiendo, pero creces a raíz de eso”.
La panadería “La Princesa” (Boulevard Buenos Aires 1594) también es histórica en la zona. Franco Pace, panadero de este comercio, comentó a El Diario Sur que él comenzó en el rubro hace casi 50 años, en Nueva Jersey, Estados Unidos: “Después de 12 años volví a Argentina con un oficio y una familia”.
A pesar de las dificultades que tuvo debido a que la elaboración de los productos y el sistema de trabajo es distinto en ambos países, Franco asegura que se las rebuscó porque ama el oficio. “Cuando uno lo hace con amor y con ganas, nada molesta”, sostuvo.
“Muchos ahora son amigos e incluso parte de la familia”, contó el panadero haciendo referencia a los clientes. Al ser tantos años, algunos incluso tuvieron hijos y “La Princesa” estuvo involucrada en momentos importantes de sus vidas: “Hemos hecho servicios de catering de casamiento, de nacimiento, para bautismos y fiestas de 15 de una misma familia”.
Por su parte, Roxana Andrea Samite trabaja como empleada de la panadería “La Aurora”, ubicada en Eduardo Arana 180 (Monte Grande) y remarcó que, a pesar de que ella se encarga de estar en el mostrador, cuando un compañero falta termina haciendo pizzas o bizcochitos. “Te vas involucrando y así crecés en el rubro”, explicó.
Según comentó, lo que más le gusta es estar en contacto con la gente y animarla a que confíe en la mercadería. Como ya conoce a la mayoría de los clientes, también contó que suele saludarlos por su nombre.
“En un principio te comes todo, pero después tratas de tener un control y probar solo lo que sale nuevo”, dijo Roxana al ser consultada sobre si, al trabajar en una panadería, es difícil no tentase con los productos que tienen al alcance de la mano.