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Monte Grande: tienen 80 y 89 años y siguen al frente de una histórica panadería

"Siempre lo hicimos con mucho amor", sostienen Catalina y Benito, el matrimonio que fundó hace 35 años la confitería "Dieguito".

Treinta y cuatro años atrás, un matrimonio arriesgaba todo por su sueño: abrir una panadería en su barrio. Actualmente, todos los vecinos de la zona los conocen y la producción les queda chica para la cantidad de demanda que tienen. Se trata del local “Dieguito”, más conocido como “Lo de Cata”, ubicado en la calle Francisco Narciso de Laprida 788, en Monte Grande.

Tienen 80 y 89 años y siguen al frente de una histórica panadería de Monte Grande

“Desde un principio hicimos todo con amor, como me había aconsejado mi amigo pastelero”, aseguró Benito Luján, fundador del negocio junto a su esposa, Catalina Kozak, en diálogo con El Diario Sur. Él tiene 80 años, mientras que Catalina 89. Sin embargo, ambos siguen trabajando: ella continúa atendiendo a los clientes mientras que él se encarga de hacer las compras, ya que no puede seguir cocinando. “Yo quiero hacer algo vinculado al local porque me gusta mucho, además ya estoy acostumbrado a levantarme temprano”, explicó entre risas.

“Yo trabajaba en Firestone, pero quería aprender otra cosa para progresar. Siempre me gustó la idea de tener un negocio, y más una panadería”, rememoró Benito y agregó: “Un amigo pastelero trabajaba en una confitería Loma Verde y después de su jornada laboral venía hasta Monte Grande para enseñarme. Gracias a él aprendí todo”.

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Continúan al frente de la histórica panadería "Dieguito" en Monte Grande.

Continúan al frente de la histórica panadería "Dieguito" en Monte Grande.

Con el paso del tiempo, se decidió a dejar su trabajo y abrió el negocio. “Era un riesgo enorme, pero yo estaba dispuesto porque mi esposa me ayudaba y me daba coraje”, aseguró.

“Yo no me arrepiento de nada”, sostuvo Catalina ante El Diario Sur, y aclaró: “Lo que sí, a quien haga este trabajo le tiene que gustar, porque terminas siendo muy esclavo. Trabajas más de noche que de día para preparar todo, pero después tenés que venderlo”.

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Actualmente, el único hijo del matrimonio, llamado Diego, es quien se encarga de la producción de la panadería y acompaña a sus padres para seguir sosteniendo el negocio. Cabe destacar que el local lleva el nombre de “Dieguito”, pero los vecinos lo conocen como “Lo de Cata” debido a que es ella quien los atiende.

“Vienen clientes de hace muchos años con sus hijos e incluso algunos con sus nietos”, contó Catalina, a lo que su esposo sumó: “Eso a uno, que ya es muy grande, lo pone bien. Después de tantos años se acuerdan de la mercadería, y es lindo porque uno buscó y busca siempre a hacer lo mejor”.

Los principios del negocio

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En un comienzo, Catalina y Benito decidieron comenzar a vender los productos de pastelería que preparaban en su propia casa, dejando a los clientes mismos entrar y ver la elaboración. “Antes se hacía todo a mano, ahora es con máquinas”, explicaron a El Diario Sur.

“Siempre tuvimos muy buena clientela, antes y después de abrir el local”, aseguraron. Además, contaron que él trabajaba en Firestone y llevaba facturas, pan y tortas para vender a sus compañeros de trabajo. Con el paso del tiempo y como les iba muy bien, él dejó su empleo y en 1989 decidieron a abrir el local.

Actualmente, el local se encuentra delante de su casa y reciben clientes de toda zona sur, principalmente, de San Vicente, Lomas y Lanús: “Vienen hasta acá a comprar porque se los recomiendan y les gusta”.

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