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Merendero de Ezeiza entregó más de 6500 viandas durante la cuarentena

Se trata del merendero "Las Flores de Altos de Tristán Suárez", integrado por vecinas de Ezeiza que cocinan desinteresadamente para los que más necesitan.

A lo largo de la cuarentena, decenas de vecinos de Ezeiza mostraron y expresaron su solidaridad para afrontar las consecuencias que generó la pandemia sobre muchas familias vecinas.

Ezeiza, contó con varias almas solidarias que mediante merenderos y comedores populares, se pusieron al servicio de las personas que más necesitan saliendo de sus casas con el virus del Covid-19 en la calle.

Uno de esos casos en el partido de Ezeiza es el del Merendero “Las Flores de Altos de la localidad de Tristán Suárez, que durante la cuarentena entregó más de 6500 viandas a los vecinos más necesitados de los barrios, así como también artículos sanitizantes de prevención contra el coronavirus.

“El comedor lo abrimos a pulmón con mi vecina Gertrudis Velázquez cuando arrancó la cuarentena. El boca en boca hizo que los comerciantes de la zona empezaran a ayudarnos y cada vez fuimos recibiendo más colaboraciones de todos lados, en especial del club Ezeiza Rugby”, contó Inés Aguilar, una de las fundadoras del merendero ubicado sobre Dorrego al 400.

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La vecina de Tristán Suárez se turna con otras 5 mujeres para acercarse todas las tardes al merendero y cocinar para todos aquellos vecinos que necesiten una vianda caliente en medio de la crisis del coronavirus.

“La mayor satisfacción que sentimos es cuando vemos que se entrega toda la comida y la gente se va muy agradecida. Lo importante es que pueden comer bien y que luego vuelven a venir esperando volver a recibir todo el afecto que les brindamos”, agregó Inés.

Las vecinas suelen elaborar comidas que van desde empanadas hasta guisos de lentejas para poder combatir el frío de las noches que todavía azotan a aquellos que no tienen un techo o pasan una situación de necesidad. “Las personas son muy bondadosas y amables y siempre agradecen que estamos para darles una caricia al alma”, expresó Inés y completó: “Hacemos lo que podemos y que está a nuestro alcance sumado al amor, constancia, dedicación y amor que tenemos por el prójimo. Ser solidario no se estudia, se lleva en la sangre y eso fue lo que aprendí de mis padres que seguro desde el cielo me iluminan”.

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