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Fue al Hospital de Ezeiza y casi pierde a su papá: "Llevame a casa que prefiero morir ahí"

Una familia confió dos veces en la institución y, debido a la atención que habría recibido el hombre de 60 años, tuvieron que trasladarlo por cuenta propia al Hospital de Fiorito.

Alberto Méndez, un hombre de 60 años, vivió una verdadera odisea en el Hospital de Ezeiza, que comenzó el 2 de abril y se extendió hasta el último 5 de julio. 

Debido a que presentó signos de fiebre, descomposturas y dificultades para caminar, su familia decidió acudir a dicha institución, donde rápidamente fue diagnosticado con una simple infección urinaria, que supuestamente se podría tratar desde su casa.

Cómo la situación no mejoró, tuvo que ser trasladado nuevamente al nosocomio donde quedó internado.

Tras recibir una atención básica, los profesionales indicaron que el hombre solo tenía una contractura muscular. Pero cómo a su hija Flavia, que lo acompañó desde el primer momento, no quedó convencida, exigió que lo sometan a otros estudios y le habrían respondido: “Vamos a ver si podemos hacerle una placa porque la máquina para realizarla se rompió. Tampoco podemos hacerle una ecografía porque no contamos con ecógrafos”.

Alberto junto a su hija, Flavia Méndez

Frente a esta confusa situación, el hombre decidió trasladarse al Hospital Fiorito por sus propios medios y, cuando lo ingresaron el 15 de abril, no demoraron en confirmar que sufría meningitis. 

A pesar de que Méndez recibió el alta, le recomendaron que visite a un infectólogo dado que le detectaron una bacteria en su columna vertebral. “Yo trabajo todo el día y la verdad es que me costaba mucho llevarlo nuevamente a Fiorito, por eso, decidí intentar otra vez con el Hospital de Ezeiza. Pensé que el consultorio externo podría ser mejor”, aseguró Flavia, hija del hombre afectado. 

Alberto Méndez internado en el Hospital de Ezeiza

Una vez que la infectóloga lo atiende el 24 de mayo, notó que tenía fiebre, por eso, habría llegado a la conclusión que este síntoma apareció porque estaba recibiendo vía oral los medicamentos. Finalmente, indicó que lo ideal era internarlo para que los pueda recibir de manera intravenosa. 

Méndez ingresó ese mismo día y consiguió pasar la noche junto a su esposa en un sector acondicionado con camas. Por la mañana, le realizaron una tomografía mediante la cual se descubrió que sufría una neumonía grave. 

Una vez que Flavia puede pasar a visitarlo, se dio cuenta que su padre no comía y solo lo estarían alimentando con una pastilla. Le consultó a los profesionales el motivo de esta decisión y le habrían respondido que era un antibiótico. 

A partir de este momento ella se dio cuenta que las cosas andaban mal, ya que le habían mencionado al principio que los medicamentos por vía oral no tenían efecto y un día más tarde lo estaban atendiendo de esa manera. 

Durante la segunda visita, Flavia mantuvo una breve conversación con su padre que la marcó para siempre: “Él me dijo: yo me voy a morir acá. Llevame a casa que quiero morir ahí”.

Al intentar dialogar con los médicos sobre la situación, una médica de guardia les habría respondido: “Mirá, si no estas cómodo te podes ir tranquilamente, no es una cárcel. Así están las cosas acá y si no te gusta, no hay mas nada que podamos hacer”.

Esto inició un conflicto porque la familia de Méndez solicitó una ambulancia privada para llevarlo otra vez al Hospital de Fiorito y, desde el nosocomio de Ezeiza, se habrían resistido a dejarlo ir. 

Al llegar a la institución de Avellaneda, los profesionales actuaron de inmediato y no le dieron un mensaje esperanzador: “No tiene pulmones porque estuvo tres días sin oxígeno. Está una cornisa, puede colapsar en cualquier momento”.

Alberto Méndez en el Hospital Fiorito

A pesar de que fue ingresado en una unidad coronaria, la salud de Alberto mejoró y fue dado de alta el 5 de julio. Si bien tiene múltiples secuelas y se mantiene estable con medicamentos, el hombre de 60 años se está recuperando con normalidad. 

La terrible experiencia que vivió es cosa del pasado, pero su familia mantiene una sensación de impotencia y planea iniciar acciones judiciales en el futuro. 

Flavia quedó muy afectada por la situación y aseguró que no puede creer lo que sucedió con Jázmin, la bebé de un año que perdió la vida el 22 de julio en el Hospital de Ezeiza y sus padres también responsabilizan a la institución. “Yo no sabía la historia de ella, si no hubiese compartido el número de la ambulancia que utilicé para que ella también se pueda salvar”, concluyó la mujer.

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