Además de por la propia inflación, el aumento en los costos del tabaco encuentra sus argumentos por una de las normativas dispuestas en la Ley Nacional Antitabaco, donde se exige el incremento constante de los impuestos al tabaco como medida para reducir su consumo. Sin embargo, los cigarrillos se siguen vendiendo como si nada pasara.
Los cigarrillos aumentan cada vez más, pero los fumadores se las ingenian para mantener el consumo
Muchos bajaron a marcas alternativas de menor costo, y otros empezaron a fumar tabaco armado, que es más barato y facilita la reducción del consumo. La mirada de vendedores y especialistas.
“El fumador se enoja cuando el precio aumenta, pero no deja de fumar. Sin embargo, lo que se ve es que, muchos de los que fumaban marcas tradicionales como Marlboro o Camel, que venden el paquete por encima de los $400, empezaron a fumar cigarrillos no tan conocidos como Red Point, con atados que salen alrededor $160”, reconoció Fernando Savore, presidente de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires (FABA).
En ese sentido, Savore aseguró que “los kiosqueros siempre venden cigarrillos porque saben que es una atracción: el que fuma puede comprarte un atado y también un paquete de pastillas, por ejemplo”. Y agregó: “Además, el cigarrillo es un producto muy rentable porque no se vence, no pasa de moda ni tiene temporada de invierno o verano”.
Según informó su colega Marcelo Andrade, presidente del Centro de Almaceneros de Esteban Echeverría, “el último aumento de los cigarrillos se dio hace 20 días y fue de un 12%. Casi todos los meses se incrementa alrededor de un 10%. O cada 15 días van aumentando por tabacaleras”.
A pesar del hábito de los fumadores, Rubén Yanaconne, miembro de la Unión Antitabaquica Argentina (UATA), sostuvo que “en los últimos años hubo una baja del consumo gracias al costo y también por la conciencia que se está tomando”.
“El cigarrillo es un hábito muchas veces compartido. El tabaquismo es una adicción aceptada socialmente y fomentada por el vínculo”, contó Yanaconne, quien a través del ministerio de Salud bonaerense también trabaja en tratamientos de cesación tabáquica en el Hospital Evita de Lanús. Y agregó: “Lo social regula mucho el consumo, tanto para bien como para mal: una medida que causó mucho efecto y redujo un 33% el consumo fueron los espacios libres de tabaco. Hubo mucho acatamiento a esa parte de la ley en lugares públicos, como bares, restaurantes e inclusive en las calles”. Por otra parte, marcó que no se suele respetar la prohibición de la venta a menores de 18 años.
Y sumó: “Desde la UATA promovemos políticas para la reducción de tabaco. Entre ellas, exigir que el gobierno haga aumentos, que es una de las tantas medidas que se utilizan para disminuir el consumo. Otra es el control de la publicidad, promoción y patrocinio, que también se exige por ley. Una parte importante de ese aspecto pasa por la cantidad de gente fumando que aparecen en series o películas”.
Crece la alternativa del tabaco armado
Así como muchos fumadores de marcas tradicionales pasaron a consumir cigarrillos más baratos, otra alternativa que aparece con mucho auge es la del tabaco suelto. “Por lo que yo veo en los pacientes que atiendo, hay más pacientes que antes que fuman tabaco armado. No solo por lo económico, sino también porque se fuma menos”, reconoció Rubén Yanaconne. A pesar de considerarse por muchos “más saludable”, el tabaco armado no está muy lejos de os cigarrillos industriales: “Fumar tabaco armado no implica que se deje de fumar con más facilidad. Eso depende de la adicción que tenga con la nicotina”.
Según contó Fernando Savore a El Diario Sur, el fenómeno del tabaco armado se acrecentó por la crisis económica: “Cuando vienen los aumentos, se vende más tabaco armado. Igual el fumador es muy especial. Los clientes siempre vienen y dicen que es el último atado, o argumentan que están comprando tabaco suelto, pero el cigarrillo industrial es un vicio y vienen a comprarlo igual”.