Mucha gente sufre el día a día de vivir al lado de una calle con mucho tráfico, al lado de las vías del tren, o debajo del trayecto que toman los aviones, pero qué será de aquellos que viven al lado de un hotel alojamiento o albergue transitorio, conocido popularmente como "telo". Jorge Ruíz, un vecino de La Plata, vive esta situación a todas horas y asegura que no es nada bueno, y es mucho peor a la noche. Por eso, denunció al hotel que colinda con su casa, ganó el juicio y recibió 24.000 dólares.
Denunció a un "telo" porque no podía dormir por los gritos: "Mi patio estaba lleno de preservativos"
Un vecino de La Plata denunció al hotel alojamiento que colinda con su casa porque no podía dormir por los ruidos. Ganó el juicio y recibió 24 mil dólares.
Para ganar el juicio, Ruíz debió demostrar los daños físicos y psicológicos sufridos por el insomnio y el estrés que le produjo la situación. Además presentó todos los elementos recolectados que habían sido lanzados por la ventana del hotel hacia el patio de su casa.
Incluso el daminificado aseguró que la situación lo afectó en su vida social ya que tuvo problemas con las personas que lo visitaban. Ruiz explicó que sus sobrinos más chicos o incluso algunos parientes de sus vínculos cercanos, no podían visitar su casa por los ruidos y las cosas indebidas que podían llegar encontrar en el patio. Sus amigos y también una mujer con la que salía se sentían molestos por los sonidos constantes e incómodos.
Ruíz, en diálogo con el medio infobae, relató cómo fueron las instancias del juicio, los momentos de incomodidad y el placer que siente en la actualidad por no escuchar más aquellos ruidos molestos que tiempo atrás no lo dejaban dormir: "Muchos me decían que por qué no me mudaba, que por qué no me iba a vivir a un lugar más tranquilo y dejaba de vivir en este lugar para no sufrir más, pero yo no quería resignarme e irme, tenía el lugar para vivir cómodo. No fue fácil todo el proceso, pero valió la pena".
El Hotel Uno, ubicado en el barrio Mondongo, entre la cancha de Estudiantes y de Gimnasia, al perder el juicio, debió mudar su lavadero y realizar algunas modificaciones para cumplir con lo ordenado por el juez. La indemnización, de casi 24.000 dólares fue abonado en el año 2019.
El vecino de La Plata, enumeró aún más inconvenientes sufridos por culpa de vivir al lado del hotel: "La hijita de una vecina más de una vez le dijo a la mamá que estaba segura de que estaban golpeando a un mujer por los gritos que escuchaba, pero esos ruidos no eran los peores". Y añadió: "Este tipo de lugares cambian las sábanas cada vez que entra una pareja nueva. Hay turnos que duran dos o tres horas, así que el uso del lavadero es constante. Lavarropas y centrifugadores industriales en un habitación sin ningún tipo de acustización y moviéndose sobre la loza. Eso era absolutamente invivible, no se podía vivir con ese ruido sonando todo el día y noche. Era un infierno".
El juicio
Según recordó Jorge, en el juicio participaron por lo menos 13 testigos y él detalló: "Fue muy intenso revivir todo eso, fue difícil y, a la vez, había que exponer la intimidad. Declaró, por ejemplo, una chica que salía conmigo: por cómo son las 'generales de la ley', no le deberían haber permitido declarar por la relación que nos unía, pero ¿Quién podía atestiguar qué ruidos había en mi casa a las tres de la mañana si no era una persona cercana?".
Y agregó: "También hablé de los ruidos provenientes de las habitaciones, claro. Son los ruidos que puede imaginarse cualquiera en el contexto de una relación sexual. Hay gente que hace más ruidos y gente más silenciosa. A eso hay que sumarle tacos a cualquier hora y las maquinas para limpiar que se usaban inmediatamente después de cada turno. La aspiradora chocando contra los muebles y la pared".
No obstante, la demanda no acababa ahí, ya que se incluían daños y perjuicios por los elementos que caían desde las ventanas del hotel hacia el patio de Ruíz. "Mi patio estaba siempre lleno de lo que se volaba o tiraban. Imagináte, desde fundas de almohada que se desprendían de la soga hasta preservativos, los sobres de esos preservativos, latas de Speed, vasos, de todo", explicó.
El abogado defensor de Ruíz, Ezequiel Grasso, comentó: "Era difícil probar el daño psicológico y físico que sufría el denunciante ante la Justicia. Con la pericia de un ingeniero que trabajó con un decibelímetro se pudo probar la intensidad de los ruidos en el lavadero y eso fue una prueba contundente. Era todo un desafío probar las complicaciones que habían desencadenado que tuviera que hacer tratamientos con un gastroenterólogo y con un psiquiatra". Finalmente, el juicio falló a favor del denunciante, el cual recibió una indemnización de casi 24.000 dólares.