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El copamiento de La Tablada desde adentro: el vecino de San Vicente que era soldado en el cuartel

Este domingo se cumplen 33 años del ataque de un grupo guerrillero al cuartel de La Tablada. Juan José Ciurlandi estuvo en el lugar y entró en combate como soldado conscripto. Su relato en primera persona.

Este domingo se cumplen 33 años del copamiento del Cuartel de La Tablada, ocurrido el 23 de enero de 1989, cuando 47 miembros del Movimiento Todos por la Patria (MTP) ingresaron al complejo militar del partido de La Matanza con el objetivo de tomarlo y apropiarse de armamento. El suceso significó una sangrienta batalla en plena democracia, con 45 muertos y cientos de heridos. Los atacantes eran un grupo de izquierda que primero pretendían hacerse pasar por el grupo Carapintada de Aldo Rico y luego llegar con tanques hasta la Plaza de Mayo para hacerle planteos al Presidente Alfonsín. No pudieron concretar su plan.

El vecino de San Vicente Juan José Ciurlandi, de 52 años, vivió este acontecimiento histórico desde adentro. En aquel momento era soldado conscripto por el Servicio Militar Obligatorio y cumplía funciones en el cuartel de La Tablada. Durante la mañana del 23 de enero en la que se desencadenó el conflicto, entró en combate junto a su Compañía en defensa del cuartel. Ahora, 33 años después, recuerda su experiencia en el copamiento y sostiene el reclamo de los conscriptos que estuvieron allí para ser reconocidos como ex combatientes.

“Yo era conductor motorista y pertenecía a la Compañía de Comandos y Servicios, que fue la única que no llegó a ser tomada por los subversivos. No pudieron porque nos defendimos. Primero usamos los fusiles que teníamos en la guardia y después decidimos romper la sala de armas para armarnos y defendernos”, recuerda Ciurlandi, que vive desde su infancia en un campo de la Ruta 58.

Los atacantes de La Tablada estaban fuertemente armados y se reforzaron con equipamiento que tomaron del cuartel. “Nuestra compañía quedó en el fuego cruzado entre los subversivos y la Policía que atacaba desde afuera. Fueron horas de no tener un segundo para pensar. Sufrimos hasta ataques con granadas incendiarias. Por suerte salimos todos ilesos”, dice el vecino de San Vicente, que durante el combate estuvo en la línea de fuego y luego en la carga de las armas. Tras unas siete horas de balacera, alrededor de las 13.30 los integrantes de la Compañía de Comandos y Servicios finalmente fueron evacuados.

Luego de más de 24 horas de enfrentamientos, a la mañana del 24 de enero los combatientes del Movimiento Todos por la Patria se rindieron incondicionalmente. El saldo fue de 45 personas muertas (32 atacantes -4 de ellos desaparecidos-, 9 militares, 2 policías y 2 civiles). También hubo más de 100 heridos y el cuartel quedó completamente destruido por los ataques. Hoy, el predio está abandonado.

“Después vino la limpieza del cuartel, con los cuerpos tirados y el olor a muerte que te seguía a todos lados, sacar el armamento quemado, fue una tarea muy dura”, resalta Ciurlandi. Y agrega: “Yo continué en el servicio por unos meses más y la incertidumbre era muy fuerte. No sabías cuándo podía volver a pasar algo así”.

Luego de completar la “colimba”, el entonces joven de 20 años volvió a su vida en el campo en San Vicente, pero con secuelas importantes. “Todos los ruidos fuertes y lo que se asemejara al combate me hacía muy mal. Siempre me despertaba sobresaltado. Con el tiempo lo fui superando, pero los primeros años viví muy recluido en el campo. Nunca recibimos atención médica ni profesional por lo que pasamos”, dice.

Actualmente dedicado a la restauración de herramientas de campo, el vecino participará este domingo como todos los años del acto en homenaje a las víctimas que se lleva adelante en frente del viejo cuartel. Integra un grupo de alrededor de 40 soldados que estuvieron durante el copamiento y que reclaman ser reconocidos como ex comabatientes. “Queremos el reconocimiento por el honor, y después lo que corresponda, si es una pensión o un resarcimiento. Nosotros arriesgamos nuestras vidas para defender el cuartel”, remarca Ciurlandi.

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