Canning |

A un año de la muerte de su último jefe, la estación de Canning está en deterioro

El Diario Sur visitó por dentro el lugar y conversó con Silvia, hija del último dueño, que pide una solución para el histórico edificio.

La historia de este lugar comienza con la familia Dominate, conformada por dos hijas, Alicia y Teresa; una esposa, María; y Hugo, Jefe de la estación. Anteriormente, se acostumbraba que aquella persona que ocupara este puesto, se mudara con su familia hacia el edificio de la terminal que le correspondía, con el propósito de cuidar las instalaciones del vandalismo nocturno.

Pero en 1974, Hugo sufrió un accidente en las vías que le costó la vida. Fue atropellado por un ferrocarril mientras estaba realizando una de sus tareas diarias. De ahí, sería el turno de la familia García para habitar esta maravillosa instalación. Conformado también por dos hijas mujeres, Silvia y Miriam, una esposa, Hilda, y Benito, el nuevo jefe; los García no tardaron en adoptar el edificio como su nuevo hogar.

Pero Benito García no fue un hombre que llegó a la Estación de Canning porque sí. Su vida adulta transcurrió prácticamente en los andenes de Buenos Aires. Pasó por terminales como los de la La Reforma y Loma Verde hasta llegar a la que sería su última parada, su último hogar: la estación de Canning. Benito falleció el 10 de Septiembre de 2016, dejando la casa sola y a su hija Silvia con las llaves del hogar.

Cercano al primer aniversario de su fallecimiento, El Diario Sur se acercó a la estación, y habló con Silva, que contó cómo era Benito, que significa la estación para la ciudad y que pasará con ella próximamente.

“Desde que mi papa falleció hasta ahora la estación esta así como se ve. Mi hermana y yo somos las que tenemos las llaves, venimos a diario a ver como está todo pero nos cuesta llegar hasta acá y ver que no está él, que siempre nos esperaba con el mate. Estamos aguardando a ver si lo van a hacer museo o que va a decidir la intendencia, ya que esto pertenece al municipio de Ezeiza”, cuenta Silva. Sobre esto último vuelve a hacer hincapié y opina: “Me gustaría que se conserve la estación; que la cuiden porque ya han roto los vidrios y que esté en un estado intancto, pero por sobre todas las cosas que se haga un museo, donde se recuerde todo lo que pasó por acá”.

Al ser consultada sobre Benito, su padre, cuenta de forma emocionada y con orgullo quién fue y porqué es un ícono en la ciudad: “Mi papa fue el jefe desde el año 1969 hasta que se clausuró el ferrocarril en el 93’. Desde ese año hasta que murió vivió acá. Fue su vida, él decía que lo iban a sacar de acá con los pies para adelante y así fue”. La estación hoy es una antigua casona abandonada, pero en esas paredes y rincones en la que arremeten los años se guarda a historia de una ciudad que creció alrededor de vías que en su momento conectaron a la provincia, y hoy ya no existen. “No tenemos fecha para una elaboración del museo. En su momento el intendente Granados venía y tomaba mate con mi papa; tal es así que se restauró la parte de afuera, por eso tiene buen aspecto ahora. Por el momento no conseguí tener una entrevista con Granados, aunque lo estoy intentando. Quiero ver que va a pasar de esto pero no lo sé. Su idea era hacer un museo, pero no tengo novedad desde su lado”, concluyó Silvia, hija de Benito García, el último Jefe de la estación de Canning.

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