La arquitectura de las casas de la clase media y clase media alta de los últimos 40 años en la Argentina tiene dos “capas geológicas” muy marcadas. A grandes rasgos, hay dos estilos diferenciados. Uno es el de los chalets con ladrillo a la vista y techos de tejas asociado a los años 90. El otro es el de la arquitectura racionalista o minimalista que predomina en la última década, con formas cúbicas y grandes ventanales de vidrio. Diferentes profesionales consultados por El Diario Sur opinaron sobre los motivos e implicancias de estos cambios tan visibles.
Chalets tradicionales vs casas racionalistas: el debate entre arquitectos y vecinos de Canning
La arquitectura de las casas de los countries y otros barrios de clase media y media alta presenta dos “capas geológicas” marcadas. La historia y las opiniones de especialistas en Canning.
Los countries de Canning albergan las dos tipologías de viviendas. En los más antiguos, que terminaron de desarrollarse hacia los años 2000, reinan las “ladrilleras”. La vista satelital del Google Maps de un barrio tradicional de la colectividad judía como Venado nos muestra una mancha naranja por todos esos chalets de tejas, además de un arbolado con largos años de antigüedad. Extramuros, la vista aérea nos da imágenes similares en localidades como Adrogué o sectores de Lomas, Monte Grande, Banfield o Temperley.
A apenas unas cuadras de Venado, el panorama cambia completamente en “Lagos de Canning”, un desarrollo de la presente década marcada por la arquitectura minimalista, de formas geométricas. De arriba, predominan los cuadrados grises. También hay otros barrios mixtos, cuyas primeras construcciones delatan aquellos aires noventosos, pero conviven con modernas construcciones racionalistas. Un ejemplo de esta mixtura podría ser El Sosiego o incluso sectores de Saint Thomas.
En diálogo con El Diario Sur, el arquitecto Marcelo Satulovsky, director del HUB3i, aceleradora de proyectos que acompaña varios desarrollos en Canning, sostuvo que la tipología de las viviendas asociadas a las décadas de los 80 y 90 derivan del modelo de “chalet californiano”, que fue hegemónico en ese estado americano. En la Argentina tuvo sus propias derivaciones. “En los 90 la arquitectura tenía mucho que ver con lo aspiracional, lo simbólico. Era una sociedad que tenía que mostrar y mostrarse. El ladrillo expresaba simbólicamente eso. También se usaban columnas. Y Canning arrastra mucho de esa época. En cambio, después de la crisis, en los 2000 se ha buscado mostrar más austeridad”, sostuvo el profesional.
Por su parte, la arquitecta, docente y especialista en urbanismo Alejandra López, recordó: “Cuando yo estudiaba, la teja era todo, diseñábamos a partir del techo de tejas a dos aguas. Fue a finales de los 90 que empezó toda esta impronta del minimalismo, de menos es más, usemos poco, vayamos por líneas más puras, por espacios que se adapten, decoraciones más austeras, menos sobrecargadas”.
Algunos de los principales cambios que destacan los profesionales pasan por el uso de los materiales. En la arquitectura “noventosa”, se destacaban los ladrillos a la vista, las tejas en los techos a dos aguas, la presencia de madera en persianas y balcones. En el racionalismo actual, tiene fuerza las formas cúbicas, los colores grises, el hormigón revocado y los ambientes enteros en blíndex para aceitar la vinculación “interior – exterior”.
En líneas generales, destacan los arquitectos, el cambio de tipología se instaló con tanta fuerza gracias a la diferencia de costos. “Esta construcción minimalista la podés sacar con costos menores. Al estar todo revocado, se disfraza fácilmente una calidad menor en la mano de obra”, apunta Satulovksy. Lo mismo ocurre con los techos inclinados de tejas, a pesar de las buenas prestaciones térmicas, de durabilidad y de desagüe que ofrecieron a lo largo de las décadas, según opinan los profesionales.
Otro punto clave para entender este cambio arquitectónico tan radical tiene que ver con las reglamentaciones internas de los countries, según explica Satulovsky. “Los reglamentos de los barrios condicionan mucho con los espacios, entonces tenés que terminar yendo hacia el ‘cubito’ y se da esto de que las casas parecen todas iguales. Antes las reglamentaciones eran más flexibles”, afirma.
Más allá de los costos y las preferencias estéticas, los profesionales rescatan algunas características de las tipologías “ladrilleras” en detrimento del estilo contemporáneo. Una de las críticas tiene que ver con el exceso de vidrio. “Vos ves casas en los barrios que son casi todas de vidrio. Pero desde el punto de vista térmico tenés que tener todo el año el aire acondicionado frío calor regulando, lo que aumenta los gastos y no colabora con los criterios de sostenibilidad. ¿Y qué pasa si llueve fuerte o cae piedra? Hay algo también que es que el ser humano busca el cobijo de un caparazón, de una cueva”, argumenta López.
Satulovsky señala algunos recursos que cayeron en desuso: “Hay muchos espacios como las galerías, los balcones, las terrazas, que te dan buena protección del asoleamiento. Son cosas que tenemos aprendidas desde hace siglos y que en las últimas décadas parece que desaprendimos. En estas casas tan puristas o estás adentro o estás afuera”.
En cuanto a los puntos a favor de la tipología moderna, Satulovsky marca la posibilidad de formar “techos verdes” (con plantas) en las superficies planas y de generar “un mayor dinamismo en los espacios del habitar”, dejando atrás el modelo de compartimentos estancos con funcionalidades rígidas.
López también coincide en las ventajas de la “integración espacial” y pone en valor la tarea de los arquitectos a la hora de presentar opciones en base a las necesidades de los clientes. “Porque te puede pasar que alguien se termine comprando pantalones con agujeros porque todo el mundo usa pantalones con agujeros. Entonces en un barrio todo el mundo termina con una casa cuadrada”, manifiesta.
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