Allá lejos y hace tiempo, solo dos días antes del cierre de esta columna, el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, dio el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. Además del repaso de gestión, la mención de algunos indicadores económicos cuestionables y el agradecimiento a Sergio Massa por haberse hecho cargo del Ministerio de Economía, el mensaje –último de este mandato presidencial ante los legisladores- tuvo como momento más destacado las duras críticas contra el Poder Judicial.
Alberto y la narrativa de la mala suerte
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
El Presidente buscó tocar la melodía que querían escuchar los seguidores de Cristina Kirchner, aunque no fue lo suficientemente a fondo y no mencionó la palabra “proscripción”. Los propios recibieron el discurso sin efusividad, y la oposición terminó a los gritos, armando un escándalo de estudiantina en pleno recinto.
La falta de suerte que acompaña a Alberto Fernández desde el inicio de su gestión hizo que el discurso de apertura de sesiones quedara rápidamente en el olvido. Horas después del mensaje, un incendio de pastizales de proporciones menores afectó un tendido de alta tensión y generó que a medio país se le cortara la luz en medio de la ola de calor por un par de horas. El jueves, las tapas de los diarios ya habían quedado viejas, porque la bomba del día fue la balacera en el supermercado de la familia de Antonella Roccuzzo en Rosario, con un supuesto “mensaje mafioso” para Lionel Messi.
El ataque cumplió con su cometido. Vincular el atentado a una de las máximas estrellas mundiales hizo que la noticia llegara a todos los portales de la Argentina y del Mundo y llamara la atención sobre la situación de Rosario. Aníbal Fernández logró otra vez llevarse las marcas con declaraciones insólitas. Afirmó que “los narcos ganaron la guerra”. No se quedaron cortos los opositores que pidieron su renuncia ante la admisión de la derrota del Estado Nacional.
A esta altura, la “mala suerte” de la gestión de Alberto es casi una narrativa de campaña. En el círculo presidencial hacen trascender el relato una y otra vez: la pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania que desató una crisis global, los palos en la rueda de Cristina, Máximo y La Cámpora, la inflación como fenómeno planetario y hasta la sequía (se perderán exportaciones por más de 20 mil millones de dólares este año).
Excepto el de la mala relación dentro de la coalición de gobierno, que podría ser auto provocada, el resto son situaciones externas a la administración nacional. ¿Es el impacto de estos problemas lo que genera, por ejemplo, que el Presidente haya pasado de tener un 68% de imagen positiva en marzo de 2020 a un 74% de rechazo en la actualidad? ¿O, al revés, las vicisitudes ofrecen una salida discursiva ante el cimbronazo imposible de esquivar de la inflación del 100% anual, con pérdida de poder adquisitivo de los asalariados?
En esa línea se expresó el crítico más cruel del Presidente, el ministro de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires y referente de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque. “No corresponde que se victimice al Presidente, fue elegido, sabía a lo que se atenía”, dijo. Y también consideró “rara” a “la alquimia de que vamos a ganar (las elecciones) con un candidato de cinco puntos”, en referencia al Presidente.
Larroque encabezará esta semana un acto en el que se hará un “operativo clamor” para pedir por la candidatura presidencial de Cristina. Con ánimos mundialistas, los carteles piden “ganar la tercera” elección para el cristinismo. En ese relato, las dos anteriores serían las de 2007 y 2011. Con 2019 y esta gestión, fingen demencia.
Leé también: A la espera de los autos voladores en el 2023