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La desesperación de vivir en el limbo 

Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).

Desesperación por conseguir un trabajo en blanco en el Carrefour nuevo. Desesperación por gestionar el pasaporte europeo, una beca o algo que permita emigrar. Desesperación por los precios que no paran de subir, porque el sueldo se empieza a terminar antes de la mitad del mes, porque las deudas se acumulan, porque vamos a ser un país bananero y ya no se pueden comprar ni bananas. Desesperación porque gana Milei y se viene la dolarización, el recontra ajuste, la ultra derecha, el fin de la Argentina tal y como la conocemos…

La desesperación es la sensación que marca a buena parte de la sociedad argentina por estas semanas frenéticas de limbo entre las elecciones primarias y las generales. Los números del escrutinio definitivo señalaron que Javier Milei obtuvo un punto porcentual de ventaja sobre Juntos por el Cambio y dos sobre Unión por la Patria. Una victoria ajustada. Pero la temperatura en la calle y en el mercado es otra: el libertario vive un momento dorado y parece que avanza de forma inevitable hacia la Casa Rosada, con la complicidad de diferentes actores de “la casta”, como los gobernadores peronistas del interior.

La figura de Milei está, desde hace meses, cubierta de teflón. Nada se le pega. Ni sus innumerables frases escandalosas, ni sus vínculos con actores turbios de la política tradicional a los que dice combatir, ni lo inviable de su plan de dolarización (su supuesto punto fuerte) lo hacen caer en la consideración popular. “El Peluca” podrá haber clonado a su perro y hablará con él a través de una médium, tendrá a su inexperta hermana como principal asesora, será agresivo, dirá que está a favor de la venta de órganos y de la libre portación de armas, venderá candidaturas por las provincias como si fuesen monoambientes, llevará como vice a una amiga de los militares asesinos de la última dictadura y prometerá reformas recién a 35 años… pero igual tiene ese “no sé qué”.

Ese “no sé qué” en realidad es la pobreza, la inflación, el deterioro del poder adquisitivo, la incertidumbre sobre el futuro y la inseguridad. Es, en la cabeza de los votantes, Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Sergio Massa. En la cabeza de otros, Mauricio Macri, Patricia Bullrich, el FMI. Milei será lo que será, pero con todo aquello no tiene nada que ver. Hace años que se la pasa gritando en los estudios de televisión que la Argentina es un país inviable y que los políticos “no sirven para nada”, y la realidad no hace más que darle la razón.

¿Qué cartas les quedan a los candidatos de las fuerzas tradicionales para tratar de volver a estar en la pelea? La campaña de Bullrich depositó sus esperanzas en el-economista-con-metáforas-populares Carlos Melconian y hasta lo pusieron a llorar en una entrevista con Fantino. El objetivo es mostrar seriedad y viabilidad para los planes económicos, en contraste con el desquicio de La Libertad Avanza. A Juntos por el Cambio también le quedan por delante algunas elecciones provinciales, como las de Santa Fe y Chaco, que podrían darle victorias resonantes antes de octubre. Y Macri se sumaría en los próximos días a la campaña para alejar los fantasmas de su supuesta preferencia por Milei. ¿Suma algo Macri? Seguramente muy poco.

Para Massa el panorama es más deprimente. La economía está igual de deteriorada que su credibilidad. Ser ministro de Economía y candidato con 10% de inflación mensual es una quimera. No hay tampoco demasiados peronistas dispuestos a auxiliarlo: Cristina no aparece y en las PASO los gobernadores lo dejaron solo. Su única esperanza pasa por encumbrarse como el verdadero candidato “anti Milei” y ofrecerse como “el menos malo” para aquellos votantes que tengan como prioridad frenar un gobierno libertario.

Mientras tanto, contra la desesperación nadie tiene cura.

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