“Vamos por todo” fue la frase con la que se identificó al kirchnerismo en la etapa pos 2011, cuando el oficialismo que había ganado las elecciones con el 54% soñaba con una reforma constitucional que permitiera la re reelección de Cristina y una “democratización de la Justicia” para que jueces y fiscales puedan ser designados por el voto popular.
El Vamos por Todo de Javier Milei
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
A casi un año de haber llegado a la Presidencia, Javier Milei vive su propia etapa “vamos por todo”, al menos a nivel político, consiguiendo victorias que hubieran parecido impensables. Pensemos en el caso de los planes sociales con contraprestación, que hasta el gobierno anterior se conocían como “Potenciar Trabajo”, pero antes habían tenido múltiples nombres que devienen del original “Plan Trabajar” que implementó la gestión de Duhalde tras la crisis de 2001. Luego de más de 20 años, la gestión de Milei los congeló y ahora los beneficiarios cobran 78 mil pesos en vez de la mitad del salario mínimo, como era hasta el año pasado. Los planes ya no dependen de las organizaciones sociales, y el Ministerio de Capital Humano dio el visto bueno para que quienes los perciban no tengan que aportar ninguna “contraprestación” para recibir el dinero.
Así, el poder de las organizaciones sociales quedó fuertemente reducido. Con el protocolo anti piquetes más la amenaza del gobierno de que “el que no corta no cobra”, las “orgas” perdieron su fuerza de movilización. Eso explica la sensible baja que se registra en los cortes de rutas y avenidas en la Capital y el Conurbano. Y también transmite una sensación de “orden” muy apreciada por la clase media, que se combina también con la baja de la inflación.
Además de la neutralización –por ahora- de las organizaciones sociales, el Gobierno también tiene bajo control a los sindicatos. El último viernes, el secretario general Pablo Moyano renunció a la CGT cansado de no lograr adhesiones para hacer un paro general. La mayoría de sus colegas optó por una posición dialoguista ante el Gobierno, que los corre con la amenaza de cortarles “cajas”, como la contribución obligatoria de los asalariados.
En la “batalla cultural” es donde más a fondo se juega el “vamos por todo”. Milei no enfrenta a Cristina o Máximo Kirchner, sino que apunta contra quienes podrían ser sus aliados, como la vicepresidenta Victoria Villarruel, a la que esta semana le puso el mote de “casta”. A los Martín Lousteau o los Horacio Rodríguez Larreta les pega más seguido que al gobernador Axel Kicillof.
Lo mismo pasa con el periodismo: los libertarios no eligen para confrontar ni a C5N ni a Víctor Hugo Morales, y ahora tampoco a los “Corea del Centro” como Ernesto Tenembaum. Los dardos se dirigen al ultra liberal Marcelo Longobardi. Hasta Eduardo Feinmann cobró esta semana, cuando el portavoz oficialista Gordo Dan lo “carpeteó” por el trabajo de su esposa en el Gobierno de la Ciudad y lo calificó como “ensobrado”. El Gordo Dan podría ser un lobo suelto, pero no: justo esta semana el jefe de Gabinete Guillermo Francos lo levantó como posible candidato para el año que viene.
El “Vamos por todo” del kirchnerismo terminó en la nada. El proyecto “Cristina Eterna” no llegó ni a plantearse institucionalmente, la “democratización de la Justicia” naufragó en el Congreso y la famosa “ley de medios” fue derogada por Macri en sus primeros días de gobierno. ¿A dónde nos llevará este nuevo “vamos por todo”?
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