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De Monte Grande a San Luis: una vida distinta en el interior

Cansados de la ciudad, dejaron todo y pensaron un nuevo futuro. Construyeron su casa con bolsas y tienen un exitoso emprendimiento de golosinas.

Ángela Murua (33) y Nicolás Ordóñez (33) se conocieron en Monte Grande, hace ya más de diez años. Después de un tiempo en pareja se mudaron juntos a Remedios de Escalada, pero el ritmo que llevaban en la ciudad nunca les sentó bien, y siempre soñaron con un lugar más tranquilo para vivir. En 2018 hubo una gota que rebalsó el vaso. “Por salir cinco minutos tarde con la moto, tuvimos un accidente grave”, cuenta ella a El Diario Sur. La traumática experiencia los decidió a dejar todo y darle un giro a su vida.

Hoy, Ángela y Nicolás viven en San Francisco del Monte de Oro, un pueblito de la provincia de San Luis con unos 3.000 habitantes. Dejaron todo lo que tenían en zona sur para comprar una hectárea en el interior. El vecino más cercano está a recién a 800 metros de su casa.

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El nuevo dulce hogar de la pareja es otra gran historia aparte. Lo construyeron ellos mismos con la técnica “súper adobe”. Consiste en llenar bolsas de arpillera plástica –las que se usan para frutas y verduras– con tierra hidratada; estas se apilan y forman la estructura de la casa. Durante los últimos años se popularizó como uno de los nuevos métodos de construcción eco-friendly.

Para abastecerse de energía usan paneles solares, y actualmente están trabajando en la distribución de agua potable y la ampliación de otros ambientes de la casa. Todo lo que aplicaron para levantar la casa lo aprendieron por tutoriales de You Tube.

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Manos a la obra. Nicolás está entusiasmado con ampliar la casa y mejorar las instalaciones hídricas.    Crédito| Foto: Lule Oke - (@LuleOke en Instagram y You Tube)

Manos a la obra. Nicolás está entusiasmado con ampliar la casa y mejorar las instalaciones hídricas.

Crédito| Foto: Lule Oke - (@LuleOke en Instagram y You Tube)

“Está hecha muy bien, no se cae, no necesita columnas, y también es bueno para la temperatura. Uno se imagina una casita de barro, precaria, pero no. Se revoca y se pone cerámica. Si nosotros dos pudimos hacerlo solos, es posible. Es un trabajo pesado pero versátil”, contó Ángela desde San Luis.

Los vecinos no niegan que tuvieron tiempos difíciles, sobre todo cuando recién llegaron a San Luis y durante un incendio que atacó la zona donde viven; que para su fortuna no llegó a ingresar a su propiedad. “Donde quiera que estés hay que laburar y generar el mango, pero lo hacemos mientras vivimos más tranquilos. Acá no es fácil, pero la vida allá tampoco es fácil”, continuó Ángela.

Desde que están en San Luis, Ángela y Nicolás se acostumbraron a hacer todo a la par. Abrieron un emprendimiento que bautizaron como “Tía Tita”, en el que hacen la versión casera de golosinas populares como el Bon o Bon, la Bananita Dolca, el chocolate Marroc, entre otros. “Queremos lograr que sean como cuando eran antes, grandes y con sabor. Hoy la golosina industrial ya no es así”, explicó Ángela.

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Una delicia. Ángela le dio vida a

Una delicia. Ángela le dio vida a "Tía Tita", un empendimiento de golosinas que es furor.

Crédito| Foto: Lule Oke - (@LuleOke en Instagram y You Tube)

“Tía Tita” es un verdadero éxito en San Francisco; se vende en las ferias turísticas del pueblo, tanto a visitantes como a residentes locales. A base de esfuerzo y amor por la cocina, el emprendimiento les garantiza un sostén con el que seguir progresando.

“Si uno encuentra su camino, más o menos sabe dónde va a llegar. Por ahí el cambio de uno no tiene que ser en el medio del monte, por ahí es allá, hay gente que le gusta la ciudad”, concluye Nicolás sobre la experiencia que les cambió la vida y le dará forma a un futuro distinto, alejado del ruido de la selva de cemento.

Crédito | Fotos: Lule Oke - (@LuleOke en Instagram y You Tube)

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