Un galpón que funcionaba como estacionamiento de camiones se transformó en la cárcel de dos cachorros abandonados por los choferes que hasta hace dos meses trabajaban en el lugar. El personal siempre estaba acompañado por una perra, que este año tuvo crías. Sin embargo, después de la alegría, llegó la desidia: un día en el galpón se dejó de trabajar y los choferes se llevaron a la perra, dejando a dos cachorros encerrados en el sitio.
Víctor Torres es un vecino de Monte Grande que vive al frente del galpón, ubicado en la calle Hipólito Yrigoyen al 900. Tiene tres perros en su hogar y, todos los días, llueva o truene, cruza la vereda para darles de comer a los cachorros. A pesar de tener los meniscos rotos, su sufrimiento pasa al ver las condiciones en las que hace dos meses viven los animales.
El bajo tapial, una malla verde que oculta lo que sucede en el interior y un alambrado que recorre de punta a punta el terreno no permiten rescatar a esos cachorros de ahí. Víctor apenas puede darles de comer en la mano, a través de un pequeño hueco del portón, entre los hierros y la cadena con candado.
“Yo les paso un poco de alimento de las raciones de los perros que tengo, pero no les puedo dar agua porque el alambrado lo impide”, comentó Víctor Torres, que detalla que “para no tirarle la comida y que coman entre las piedras del piso” prefiere “darle de comer en la mano”. Y agregó: “A veces les compró algún pedazo de carne de falda, pero cada vez más cuesta más porque ya no hay nada barato. Últimamente les doy una flautita de pan para que coman entre los dos, pero eso no es alimento para un perro”.
Antes de funcionar como estacionamiento de camiones, el galpón era una fábrica de mosaicos. Los días de frío los perros se cobijan debajo de los chasis que también dejaron abandonado los camioneros y en el patio hay una canilla, aunque “de nada les sirve porque nadie se las abre”.
“Hace poco, un día de viento y lluvia, me puse a llorar por los cachorros. Bajo el agua les fui a darles de un poco de alimento: si se van a mojar, al menos que coman”, recordó emocionado Víctor a El Diario Sur y reclama para que alguien lo escuche: “Me dan mucha lástima. Pregunté por todos lados, en veterinarias, y siempre me dijeron que no pueden hacer nada. Se van a morir esos perritos, solo pido ayuda”.