La comunidad religiosa de la diócesis de Lomas de Zamora, principalmente de la Parroquia La Anunciación de Luis Guillón, se encuentra conmovida por el fallecimiento del diácono José María Gill, más conocido como Joe Mary o "Daddy", quien compañó durante más de 20 años a los fieles de la zona y se ganó un lugar en el corazón de muchos.
Murió a los 91 años un querido diácono de Luis Guillón: la historia de "Joe Mary"
José María Gill murió está semana, a sus 91 años. Su fallecimiento conmovió a toda la diócesis de Lomas de Zamora.
José murió el último lunes, a sus 91 años. Su esposa, Eileen, murió 8 años atrás, y su familia está conformada por sus 5 hijos y 9 nietos, quienes lo acompañaron hasta el último de sus días. Fue ordenado diácono el 21 de agosto del 2002 y desde entonces se encargó de acompañar en la fe a los feligreses de la parroquia ubicada sobre la calle José Hernández, en Luis Guillón.
"Muchas personas que llegaban al velorio que yo no conocía, y me decían 'tu papá me casó, tu papá me fue a visitar cuando estaba enfermo, tu papá ayudó a mi viejo, tu papá bautizó a mi hijo', todas cosas lindas, ni una queja", expresó a El Diario Sur Guillermo, hijo de José.
Sobre la historia de su papá, Guillermo contó: "Nació en una familia pobre, típicamente irlandesa. Fue educado en colegios pupilos de la comunidad, era un tipo sumamente culto, traducía del latín, adoraba esos ejercicios de palabras que traía el diario La Nación. Fue un vecino sumamente carismático, querido, un tipo que era incapaz de maldad, se dedicó toda la vida a conseguirle trabajo a cuanta persona pudiera, desde sus sobrinos hasta vendedores del Roca".
“No conocí a nadie que predicara tan bien con el ejemplo aquello en lo que creía. Nunca impuso su fe cristiana pero la contagió a muchos. Podía faltar a una fiesta pero no a un velorio, podía perderse una premiación pero siempre estaba para brindar apoyo a quien lo necesitara, escuchar y acompañar a los enfermos, dar consuelo a quienes lo necesitaban”, aseguró su hijo. Y agregó: “Fue catequista, ministro de la eucaristía, Diácono, cursillista y encuentrista matrimonial”.
Además, Guillermo agregó: "Era querido por todos y su despedida se llenó de gente. El tipo te deja todo el dolor del mundo, una biblioteca gigante, mares de cultura, pero tuvo la virtud de esconderse detrás de una humildad que disimulaba muy bien todo lo que era, un tipo sumamente especial".
"Que el viento sople suave sobre tus espaldas, que la lluvia caiga suave sobre tus campos, y hasta que volvamos a vernos, que Dios te sostenga en la palma de su mano. Esa fue la bendición que dijo su mejor amigo en el entierro, unas palabras que solían decirse y que a él le gustaban mucho", concluyó.
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