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Clínica Monte Grande: la historia de Tor, el primer perro de acompañamiento terapéutico de la región

Con apenas unos meses de vida, Dog-Tor se convirtió en el nuevo integrante de la Clínica Monte Grande y ya transformó la experiencia de pacientes.

Tor no es un superhéroe, aunque muchos ya lo ven como tal. Es un cachorro labrador que desde hace tres meses forma parte del equipo de la Clínica Monte Grande como perro de acompañamiento terapéutico y emocional, el primero en su tipo en la región.

Su llegada forma parte de una estrategia institucional orientada a fortalecer el cuidado humanizado y mejorar la calidad de atención.

Brenda Duperré, jefa del Departamento de Calidad y Seguridad, explicó que Tor es “un nuevo integrante de la familia”. Actualmente se encuentra en pleno proceso de entrenamiento, pero ya participa activamente en diferentes áreas del sanatorio acompañando a pacientes pediátricos, adultos y personas en internaciones prolongadas. “Está demostrado por evidencia científica que las mascotas terapéuticas mejoran la evolución clínica, la respuesta a los tratamientos y la calidad de vida de quienes atraviesan enfermedades complejas o estancias prolongadas”, señaló.

Embed - La historia de Tor, un perro acompañante terapéutico

"Patitas que sanan"

La iniciativa se integra al programa "Patitas que Sanan", que permite que los propios pacientes puedan recibir la visita de sus perros, siempre bajo ciertos criterios de seguridad. Pero Tor agrega una diferencia clave: es el perro institucional, disponible para acompañar a quienes lo necesiten dentro de la clínica. La idea surgió del CEO de la institución, el Doctor Carlos Santoro, y rápidamente fue adoptada por los equipos de salud.

Sabrina Soprano, jefa de Enfermería, contó que el impacto fue inmediato tanto en pacientes como en el personal: “La recepción es increíble. Los pacientes preguntan por él, lo esperan, nos buscan a la ‘Tor Patrol’, que somos el equipo de voluntarios que lo acompaña en su entrenamiento. Cambia el clima laboral y transforma la jornada”.

Uno de los casos más conmovedores fue el de un paciente que llevaba tres meses internado y presentaba un fuerte desgaste emocional. El día que conoció a Tor, todo cambió. “Fue un giro de 360 grados”, recordó Duperré. “Al día siguiente estaba levantado, aseado, desayunando, esperando a Tor”. El paciente no solo mejoró, sino que tras recibir el alta volvió especialmente para llevarle un regalo al cachorro.

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El cachorro forma parte de Clínica Monte Grande desde hace tres meses.

El cachorro forma parte de Clínica Monte Grande desde hace tres meses.

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Cómo se entrena un perro de soporte emocional

Aunque su presencia es dulce y juguetona, Tor no es una mascota doméstica: está siendo entrenado como perro de soporte emocional para situaciones complejas. Por su edad, todavía vive fuera de la clínica —en la casa de una colaboradora—, pero a medida que avance su entrenamiento tendrá un espacio propio dentro de la institución.

El proceso no solo implica enseñarle habilidades, sino también entrenar a quienes trabajan con él. “Nos estamos entrenando para aprender a leerlo, acompañarlo y ayudarlo a cumplir su función”, explicó Soprano. Ese aprendizaje incluye pautas estrictas: Tor recibe caricias solo en determinados momentos, el juego es regulado y el lenguaje con el que se lo aborda es profesional. “A veces lo más difícil es no tratarlo como si fuera tu propio perro, porque genera mucho cariño”, admitió.

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Tor está siendo entrenado como perro de soporte emocional para situaciones complejas.

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La etapa actual incluye el desafío típico de cualquier cachorro: energía, curiosidad y algunas travesuras. Pero también avances notables. “Ver cada progreso nos llena de alegría. Pensar que ese perrito juguetón hoy responde a las indicaciones es emocionante”, describieron desde el equipo.

Más allá del proceso técnico, todos coinciden en lo mismo: Tor revolucionó la Clínica. Humaniza la experiencia hospitalaria, mejora el ánimo de los pacientes, alivia la ansiedad de quienes transitan momentos difíciles y fortalece el clima laboral. "Es la alegría de la Clínica”, resumió Soprano. “Verlo llegar nos cambia el día”.

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