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La calesita de Juan Carlos: un símbolo de Turdera que vive en el recuerdo de los vecinos

Funcionó en la Plaza San Martín de Turdera. Tras el fallecimiento de Juan Carlos, la calesita se vendió y luego cerró. El recuerdo de familiares y vecinos.

La calesita de Juan Carlos fue un ícono de Turdera durante la década de 1990 y principios de los años 2000. Decenas de chicos que hoy ya son adultos tienen grabadas en la memoria las incontables vueltas en el emblemático carrusel de la Plaza San Martín, animadas por un hombre lleno de carisma que se ganó el corazón de los vecinos y que dejó un gran vacío cuando le tocó partir. La gente del barrio todavía lo recuerda y espera que alguien despierte nuevamente la magia del emblemático juego que hoy está cerrado.

Toda esa magia se gestó a partir de la vocación de Juan Carlos Corso, un vecino de Temperley nacido en 1933. Su vocación por la calesita apareció bastante tarde, ya que se formó lejos del ámbito infantil: trabajó 42 años en la sede central del Banco Nación. Pero la calesita fue amor a primera vista.

“Un compañero del trabajo era dueño de una calesita en Lanús y cuando se fue de vacaciones le pidió a Juan Carlos si se podía encargar durante esos días de la calesita. Eso le despertó una pasión que no sabía que tenía”, remarcó su nieta Lucía Corso en charla con El Diario Sur. Ese fue el puntapié inicial.

Una Vuelta Más - Documental

Recién en el año 1990, en el bautismo de su nieta Agustina, Juan Carlos conoció la Plaza San Martín de Turdera, que estaba en frente a la iglesia. Enseguida sintió que al lugar le faltaba algo.

No fue hasta que se jubiló de su trabajo como bancario que se animó a darle rienda suelta a su deseo y encarar un proyecto para los chicos: compró un carrusel, tramitó los permisos y lo mandó a colocar en la plaza. Él no lo sabía, pero estaba haciendo algo más que darse el gusto. Ese paso lo convertiría en leyenda de Turdera.

Juan Carlos no tardó en ganarse la confianza y el cariño de la gente del barrio, tanto de grandes como de chicos, que durante años pasaron sus tardes en la nueva calesita. El nuevo juego de la plaza se convirtió en su principal motivación, a tal punto que se mudó desde Temperley a Turdera, justo en frente de la plaza, para poder dedicarse a tiempo completo.

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Juan Carlos en la calesita de Turdera.

Juan Carlos en la calesita de Turdera.

“Realmente nunca imaginé que mi viejo iba a hacer lo que hizo con ese carrusel. No puso la calesita para hacer negocio sino para dar vida y alegría, tanto a los nenes como a los grandes. Lo describiría como un ser de luz, es el ídolo de los chicos”, relató Alejandra Corso, hija del recordado calesitero de Turdera.

Lamentablemente, como toda historia, la trayectoria de Juan Carlos tuvo un final. El hombre falleció en 2003 a los 70 años. Ya nada volvería a ser igual. Su esposa intentó encargarse de la calesita, pero no podía sobrellevarla sin él. La familia decidió vender la calesita a otra persona, que la puso en funcionamiento un tiempo hasta que volvió a ponerla en venta.

Actualmente la calesita está cerrada, en silencio, aguardando volver a escuchar las risas de los chicos. Esas que quedaron plasmadas en viejas filmaciones de los años ’90 y en el recuerdo de quienes la disfrutaron. El legado de Juan Carlos quedó inmortalizado en una placa colocada el 23 de abril de 2003. “Los chicos de Turdera siempre te recordaremos. Gracias por todo el amor que nos diste”, reza la inscripción.

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Juan Carlos, una leyenda de la Plaza San Martín de Turdera.

Juan Carlos, una leyenda de la Plaza San Martín de Turdera.

La familia de Juan Carlos espera poder comprar la calesita algún día para continuar con aquella tradición. “La calesita fue la felicidad de los últimos años de mi viejo. Un sueño mío es poderla recuperar para que cuando me toque jubilarme a mí, quizás poderla seguir”, se esperanzó su hijo Marcelo.

La historia de la calesita quedó plasmada en el documental “Una vuelta más” realizado por Lucía para la facultad. “La idea surgió porque un día mientras hacía un asado, Marcelo Corso, mi papá, nos contó a mí y a Tomás, mi novio (quien fue camarógrafo del documental), sobre mi abuelo y la calesita. Justo tenía que elegir un tema para mi trabajo final y elegí ese. Me comuniqué por un grupo de Facebook donde están todos los vecinos de Turdera, para ver quiénes querían participar en el documental, y tuve muchísimas respuestas de los vecinos, contando cosas lindas de mi abuelo”, comentó la joven de 24 años a este medio.

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