La salud mental se volvió más importante que nunca en el marco de la pandemia. Ansiedad, estrés, angustia y depresión son algunas de las sensaciones que aparecieron durante el último año. Los psicólogos y psiquiatras tienen mayor demanda y, de forma virtual o con presencialidad restringida, buscan diferentes estrategias para brindar atención a sus pacientes.
La salud mental en épocas de virtualidad: experiencias de los profesionales de la región
Con la pandemia como generadora de ansiedad, angustia y estrés, los psicólogos y psiquiatras buscan diferentes alternativas para cumplir con su tarea referida a la salud. Las características de la atención no presencial.
La licenciada Zulma Mier es psicóloga egresada de la UBA y atiende a sus pacientes de manera remota desde el centro de salud psicofísica “Gruppa”, en Banfield. “Al comienzo costó adaptarse porque era un encuadre diferente al que estábamos acostumbrados. Muchos se resistían a la atención virtual, pero con el correr de los días de aislamiento se fueron animando”, contó Mier desde su consultorio donde todos los días trabaja con sus pacientes a través de una pantalla. Y agregó: “La diferencia más notoria es en el contacto directo con el paciente, la mirada y los gestos de contención que no se ven en la virtualidad”.
A la psicoanalista Carolina Diez no le sucede lo mismo, ya que “en el psicoanálisis se prescinde de la imagen y no hace falta verse”. Reemplazó la presencialidad por una metodología no tan distinta: “Los pacientes que atendía en el diván continuaron sus sesiones con llamadas telefónicas”.
La profesional de Monte Grande, que ejerce hace más de 20 años en la ciudad, también trabaja con pacientes que no utilizan el diván y requieren videollamadas. Dice que a diario recibe nuevas consultas de personas que quieren psicoanalizarse. “Tuve que hacer derivaciones a colegas porque no tenía horarios disponibles”, comentó Diez. Y explicó: “Los nuevos escenarios de vivir constantemente con las mismas personas hicieron florecer algunos conflictos”.
El psiquiatra Matías Varela también reconoció ante El Diario Sur que “hay cosas que se pierden al no poder ver o tocar a los pacientes”. Pero así y todo, la atención se mantiene: “A pesar de que la comunicación no verbal no esté presente, se notan los cambios en el comportamiento de las personas. Muchos minimizan síntomas, los ocultan o dicen que está todo bien y eso, en mi área, es un parte muy importante para elaborar el diagnóstico”.
El joven profesional de Monte Grande que trabaja en la Clínica Dharma, en la Ciudad de Buenos Aires, admitió que “muchos de los pacientes se dieron de baja porque no tienen la capacidad para adaptarse, algunos son gente grande que no sabe usar el celular”. Sin embargo, ante esos casos, el desamparo que produce la brecha tecnológica tiene solución: “Como un paciente psiquiátrico no puede quedar a la deriva, muchos pasaron a atenderse con atenciones domiciliarias de urgencia”.
Nueva normalidad en la salud: meterse en la casa del paciente
A pesar de las contras que provoca la atención a distancia, los profesionales de la salud mental reconocen que la nueva modalidad otorgó un paradigma de análisis desconocido hasta el momento: meterse en la casa del paciente. “Hay detalles de cómo viven, cómo se mueven en su propio espacio y qué les pasa allí”, comentó la psicoanalista Carolina Diez, que ejemplifica con una anécdota: “Una paciente el primer mes de sesiones remotas los tomó en el baño, porque no había otro lugar en su casa en el que ella se sintiera resguardada. Después de hacer acuerdos con su familia pudo salir del baño. Recién con esta virtualidad pudimos descubrir ese problema”. El psiquiatra Matías Varela también tiene su historia: “Cuando arrancamos con esta modalidad, uno de mis pacientes me atendía las videollamadas desde la cama. Ahora me las atiende levantado y vestido. Eso es símbolo de que está mejor de su depresión”.