La cantidad de suicidios que se vienen produciendo semana a semana en las vías de los ferrocarriles metropolitanos llevaron a que la empresa Trenes Argentinos, en un convenio con el Ministerio de Salud y el Centro de Atención al Suicida, impulsen una campaña de prevención de suicidios.
Preocupación por los suicidios en las vías del ferrocarril: lanzarán una campaña de prevención
Trenes Argentinos, en conjunto con el Centro de Atención al Suicida, implementará diferentes estrategias de concientización. Aseguran que en los últimos meses se incrementaron los eventos suicidas.
Las estadísticas que manejan en la empresa estatal señalan que en los ferrocarriles metropolitanos hay, en promedio, un suicidio cada dos días. En ese marco, instalarán mensajes en cruces peatonales, pasos nivel y estaciones, y también aplicarán un nuevo protocolo para estos casos.
El protocoló comienza con una campaña de concientización donde en diferentes espacios de zonas cercanas a las vías del tren. Los usuarios podrán ver mensajes que apuntan a prevenir estos hechos. A través de audios, videos e imágenes en pantallas y carteles, se brindarán líneas de atención y contención en general. Mientas que en los eventos suicidas que logren detenerse, aquella persona recibirá un seguimiento del Ministerio de Salud con profesionales que aborden su problemática de manera integral.
Desde Trenes Argentinos explicaron a El Diario Sur que no hay una zona específica donde se lleven a cabo más suicidios, pero que históricamente los eventos de este tipo se acentúan en el final del año. La campaña aún no tiene una fecha específica para su lanzamiento.
La opinión de los expertos ante un drama tabú
En diálogo con este medio, Pablo Melicchio, psicólogo de la Universidad de Buenos Aires, docente e investigador, que además trabajó en diferentes centros de salud mental públicos y privados, brindó su opinión sobre este flagelo: “No conozco estadísticas actuales confiables sobre suicidio, pero no sería extraño que hayan aumentado como consecuencia de los cambios obligados en las rutinas que impuso la pandemia. La toxicidad de estos años, ligados al coronavirus, al miedo a la enfermedad y la muerte, y la distancia social que obstaculizó el contacto físico, una de las medicinas más sagradas para el ser humano, implicó un trastorno en la salud mental de la población y ahora estamos sufriendo esas consecuencias”.
Melicchio, que posee varios libros publicados y en uno de ellos trata este tema, explicó cuáles son las señales que da una persona que se encuentra atravesando una situación difícil: “Los síntomas son las señales que nos envía nuestro campo psicoemocional para que podamos repensar nuestra existencia. Cuando desatendemos esos avisos y se acumulan los malestares, se ingresa en lo que se suele llamar una situación límite. Los síntomas desatendidos pueden desencadenar una enfermedad o trastorno mental, y cuando una persona se desestabiliza puede sentir que la vida ya no tiene sentido y que la única salida es la muerte. Un suicidio muchas veces puede evitarse si hay un entorno atento, seres comprometidos con el vínculo, atentos a los cambios”.
Teniendo en cuenta que el consumo problemático es uno de los grandes impulsores para el suicidio, Soledad Iglesias, coordinadora de un dispositivo de abordaje territorial del Sedronar, en Villa Tranquila, Avellaneda, manifestó: “Los intentos de suicidios están relacionados con una depresión mayor o una patología de base, y puede que esta situación se agudice cuando la personas tiene consumos problemáticos. Durante la pandemia no recibimos a nadie que haya querido quitarse la vida, pero si algunos que se autolesionaron, pero con antecedentes previos. Nosotros trabajamos al consumo de manera interdisciplinaria, ya que pensamos a cada uno como un sujeto de derecho, y no solamente sobre la sustancia. Los profesionales analizan cada situación y allí se suele escuchar ese deseo de no querer vivir más o de no aguantar más la vida”.
Pablo Melicchio – Psicólogo (UBA)
“No sería extraño que los suicidios hayan aumentado como consecuencia de los cambios obligados en las rutinas que impuso la pandemia. La toxicidad de estos años, ligados al coronavirus, al miedo a la enfermedad y la muerte, y la distancia social que obstaculizó el contacto físico, una de las medicinas más sagradas para el ser humano, implicó un trastorno en la salud mental de la población y ahora estamos sufriendo esas consecuencias”.