Desde intentos de suicidios o autolesiones hasta agresiones graves. Diferentes situaciones extremas que sucedieron entre adolescentes en escuelas secundarias de San Vicente trascendieron durante el último mes y generaron preocupación por la situación de la salud mental en un grupo de la población que es especialmente vulnerable.
San Vicente: alertan por la salud mental y los intentos de suicidio entre adolescentes
Profesionales de San Vicente que trabajan con adolescentes y niños manifestaron preocupación por el aumento de los intentos de suicidio y las autolesiones.
El Diario Sur dialogó con cuatro profesionales que trabajan atendiendo a menores en San Vicente y las coincidencias fueron categóricas: a partir de la pandemia, las consultas por cuestiones de salud mental se incrementaron exponencialmente; cuadros de abuso de sustancias o de intentos de suicidios pasaron a ser moneda corriente; y lo más impactante es que cada vez se dan en niños de menor edad, incluso de menos de doce años.
“Vienen cada vez más chicos y con situaciones más complicadas”, destacó el médico psiquiatra Sebastián Arman, quien actualmente es el único especialista en psiquiatría que atiende en el Hospital Provincial Ramón Carrillo. Arman tiene 592 pacientes en carpeta, de los cuales casi 400 asisten a las consultas con asiduidad. Entre ellos, más de 100 son adolescentes.
“Después de la pandemia crecieron mucho los casos, sobre todo porque durante la pandemia se taparon conflictos intrafamiliares o de abusos que después se destaparon”, agregó. En ese contexto, los profesionales alertan por situaciones graves de cortes para autolesionarse, ingestas de pastillas y hasta de tóxicos.
“Es notable el aumento de estas situaciones”, reflejó Noelia Reina, integrante del programa estatal Envión, que trabaja con menores de edad vulnerables. “Me ha tocado la semana pasada realizar escuchas donde se manifestaba que se empastillaba para no tener más problemas, como también algunos casos de lastimarse los cuerpos para sentir otro tipo de dolor y por un instante olvidarse del que tenían internamente”, graficó.
“La mayoría de las veces hay un causal. Si escarbás un poco encontrás alguna historia, algún trauma, son cosas que por lo general no nacen espontáneamente. Los chicos viven en una insatisfacción permanente”, apuntó Arman. Y sumó: “Ahora está muy naturalizado el porro (marihuana). Cuando un paciente te dice que fuma ya da por sentado que se refiere a la marihuana. Esto se banaliza mucho y después empiezan con drogas más fuertes, que causan daños mayores”.
Sobre ese punto, la coordinadora del dispositivo del SEDRONAR en San Vicente, la trabajadora social María José Péndola, sostuvo: “En adolescentes en general se ve que el primer consumo que tienen es el alcohol. Hay muchos casos de abuso y de consumo problemático. Y después hay cuadros más graves que empiezan a mencionar el paco, mayormente en Alejandro Korn. Te dicen ‘mi amigo está hecho un zombie, está metido en el paco’”.
Otro aspecto del problema en el que todos los profesionales coinciden es en el de la incidencia del bullying, que se ve maximizado por las agresiones públicas en las redes sociales. A lo largo de 2022, el equipo de Niñez y Adolescencia del Servicio Social del Hospital coordinó dos experiencias de terapia grupal con un total de 30 adolescentes que pasaron por situaciones de intentos de suicidio o autolesiones graves. Entre ellos, la totalidad manifestó haber pasado por situaciones de acoso escolar, según marcó a El Diario Sur el psicólogo social Maximiliano Maciel, integrante del equipo.
“Se ven muchos casos en los que el bullying deriva en la autolesión. Cortarse a sí mismos es la forma que tienen esos adolescentes de avisar que les está pasando algo”, contó Maciel. Y remarcó la experiencia de la terapia grupal, que este año continúa: “Este trabajo es inédito y nos viene dando muy buenos resultados. La idea nace porque los servicios de salud mental están colapsados en todos lados y no se da abasto para atender a toda la demanda. El dispositivo grupal funciona con un abordaje interdisciplinario, como un espacio de contención y reflexión. Los chicos adquieren herramientas, se van con otra mirada y se sienten acompañados por pares que pasaron por cosas similares”.
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