Un joven oriundo de San Vicente presentó un micro documental que fue seleccionado por un festival de cine de España. El autor del corto es Álvaro Dama, de 32 años, quien vivió hasta su juventud en Alejandro Korn y ahora está instalado en San Miguel de Tucumán, donde estudia cine y trabaja en diferentes proyectos audiovisuales.
San Vicente: dejó la Fuerza Aérea, se hizo mochilero y ahora presenta un documental en un festival español
Álvaro Dama realizó un micro documental sobre su hermano, que es artista callejero en el Subte de Buenos Aires. Es oriundo de San Vicente.
El microdocumental de Álvaro se llama “No hay sueños imposibles” y se extiende por cinco minutos. Allí muestra parte de un día de trabajo de su hermano Jerónimo como músico callejero en el Subte de Buenos Aires. También reflexiona sobre el impacto del uso de los smartphones. Está grabado en formato vertical y compite en el “9:16 Film Festival” de Segovia, España. Se presenta en dos categorías: la de mejor micro documental y la de “más viral” que se define por los likes de la audiencia en la publicación. Se lo puede ver en su perfil de Instagram: @la_dama_seta.
En diálogo con El Diario Sur, Álvaro se refirió al trabajo que presentó en el festival. “Normalmente voy a visitar a mi hermano Jerónimo a Buenos Aires, y la verdad que siempre me cautiva estar con él ahí en el Subte”, contó. En el proceso de filmación, el realizador le fue haciendo preguntas al músico, que toca la guitarra y canta canciones de rock nacional. Sus reflexiones se pueden ver en el documental, así como también la mirada de Álvaro sobre lo que ocurre con la gente en el espacio público. “Se ve a la gente cada vez más abstraída con los celulares”, dice.
Álvaro está cerca de terminar la Licenciatura en Cinematografía en la Universidad Nacional de Tucumán. Ya viene trabajando en diferentes proyectos audiovisuales en la provincia, especialmente en el área de fotografía. Vive allí desde 2018, con parte de su familia.
Pero antes de instalarse en el norte del país, su vida pegó varios giros. Terminó el colegio en el Instituto San José de San Vicente (“me llevaba hasta el recreo”, dice) y empezó a trabajar en la instalación de cámaras de seguridad. Dentro de ese rubro, le surgió la posibilidad de ingresar a la carrera militar y así se convirtió en operador de radar en la Fuerza Aérea.
“Estuve un año como pupilo en Ezeiza y después un año más trabajando. Pero no me gustaba el maltrato psicológico y la disciplina. Ahí no importa lo que sabés sino la jerarquía. Y se abusan de la necesidad de la gente por trabajar. Tanto maltrato psicológico me estaba cambiando la personalidad, ahí empecé a replantearme todo”, relató Álvaro.
Ese replanteo siguió con un viaje de mochilero de dos años por América Latina. Vivió en Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Hasta que decidió volver al país para estudiar cine. Se instaló en Tucumán, donde está parte de su familia. Desde allí, sueña con seguir haciendo películas. “Me gustaría hacer un documental sobre mochileros. Encontré mucho arte y mucha gente que intenta ser. Y también estoy escribiendo un largometraje de ficción sobre la familia, desde una percepción de familia disfuncional que es la que tengo yo”, cuenta. Y sostiene lo que declara el título de su trabajo debut: “No hay sueños imposibles”.
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