Jorge Clemente Alonso tiene 34 años, vive en Alejandro Korn y cuenta con una historia de vida que es una muestra de esperanza, o como dice él, “de segundas oportunidades”. Estuvo detenido en el penal de Ezeiza, allí conoció el rugby y hoy, ya en libertad, es él quien entrena a hombres y mujeres privados de su libertad.
Estuvo preso en Ezeiza y el rugby le cambió la vida: ahora entrena a mujeres en el penal
Jorge Alonso vive en Alejandro Korn y tiene 34 años. Conoció el rugby cuando estaba preso y, gracias a eso, logró reinsertarse en la sociedad.
En diálogo con El Diario Sur, Jorge contó que nació en Lomas de Zamora y creció en el barrio San José, Temperley. En su adolescencia y juventud temprana cometió delitos menores que lo llevaron a entrar y salir de centros de menores y comisarías. “Yo tenía causas ya de muy chico en la calle, cayendo en institutos de menores por robos. Nunca lastimé a nadie, eran condenas cortas, por eso tenía muchos ingresos y egresos. La última vez estuve 3 años y medio”, contó. En ese último período de encierro, en el Complejo Nº1 de Ezeiza, Jorge conoció un deporte que le cambió la vida: el rugby.
“La raíz de todo es la Fundación Espartanos”, comenzó. Y luego explicó: “Es un proyecto de inserción social a través del deporte para personas privadas de su libertad. Hay programas con internos cuando salen y también desde adentro de las cárceles, para prepararlos para el afuera”.
Así fue como Jorge empezó a entrenar en “Libertad Rugby Club” de Ezeiza y el deporte, el equipo y la disciplina lo cambiaron. “Desde que agarré una pelota ahí adentro fue formador, yo no respetaba a nadie y empecé a respetar, no me gustaba trabajar en equipo y ahora entiendo lo importante que es. El rugby me dio la posibilidad de reinsertarme”, contó con mucha claridad y admitió que tiempo atrás no hubiera podido explicarlo con esas palabras.
El rugby después de la cárcel para seguir transformando su vida
Cuando Jorge salió en libertad se comunicó con uno de los voluntarios que lo entrenaba en el penal y esa persona lo conectó con el Club Pucará de Burzaco, donde entrena y juega desde hace más de cinco años. Además, trabaja en una fábrica de cerveza que es de la familia de otro de los voluntarios. Cuando Jorge dice que el rugby y las personas que conoció practicando este deporte le cambiaron la vida, no exagera.
Pero además de rehacer su vida personal y volver a compartir tiempo con su familia de San José, Jorge decidió hacer lo que hicieron por él. “Yo entreno los miércoles a un grupo de chicas de entre 18 y 21 años en Ezeiza, y los viernes al equipo de varones de Libertad Rugby Club, con algunos de los que yo jugaba antes”, repasó. Y agregó que además del deporte utilizan herramientas de coaching ontológico “para que se propongan una visión de futuro”.
El equipo femenino eligió recientemente su nombre, “Las Vencedoras”, diseñaron un escudo y buscan sumar voluntarios. “Buscamos voluntarios para todo, que tengan presencia ahí, quisiéramos que la curiosidad los acerque, que compartan y puedan dar su aporte, simplemente acompañar es bienvenido”, expresó.
La vida de Jorge dio un giro completo y hoy piensa en el futuro y en hacer su aporte con las herramientas que tiene. “Yo entendí que las cosas malas no las puedo cambiar, pero puedo escribir mi historia de acá en adelante. Con hechos podemos demostrar que sí se puede y expandir la idea de que hay segundas oportunidades”, afirmó.
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