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La historia de Cali, el kiosquero ciego de San Vicente: "Los vecinos me enseñaron a atender"

Si bien nació en Corrientes, tiene su local desde hace más de 30 años en San Vicente, el cual abrió tras quedarse sin empleo.

“Yo recibo la mercadería y la acomodo, así que sé dónde está todo, no tengo problema”, explicó a El Diario Sur “Cali” Jara, quien es ciego de nacimiento y desde 1994 tiene su propio kiosco en San Vicente, sobre la calle Beruti al 300. Todos conocen el negocio como “Lo de Cali”.

Embed - Vecino destacado: Cali, el kiosquero ciego de San Vicente

El vecino nació en Mburucuyá, provincia de Corrientes, pero a sus cinco años vino a Buenos Aires para operarse de la vista. Si bien la intervención no tuvo éxito, Cali encontró su lugar en el mundo: San Vicente. “Me quedé acá porque me gusta mucho la tranquilidad”, aseguró.

Antes de abrir su comercio, Cali trabajaba en una fábrica de San Vicente: “Yo hacía mi trabajo en mi casa. Fabricábamos las chapitas para poner arriba de los corchos de sidra, que ahora son de alambre, pero después cerró y me quedé sin empleo”.

“De algo tenía que trabajar, así que fui al Municipio y me dieron permiso para abrir mi kiosco”, rememoró el vecino. Así fue como hace 31 años el vecino ponía en marcha su local, en el cual recibe a muchos clientes que lo acompañan desde sus inicios.

En su comercio, Cali tiene de todo un poco y no tarda en entregar la mercadería que le piden los vecinos. Cabe destacar que, en cuanto al pago, el vecino sólo acepta efectivo: reconoce los billetes al tacto. Desde hace un tiempo también se encuentra junto a él su ahijado, aunque, como contó, no tiene problemas para manejarse solo en su local.

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El kiosco “Cali” se encuentra sobre la calle Beruti al 300, en San Vicente.

El kiosco “Cali” se encuentra sobre la calle Beruti al 300, en San Vicente.

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“Les agradezco a los vecinos por su paciencia”

“Los vecinos me enseñaron a atender esto, ellos me decían cuáles eran las cosas que tenía que traer para vender, y así me hice. Ahora tengo de todo un poco, es muy difícil que alguien me pida algo y yo no lo tenga”, subrayó Cali Jara en diálogo con El Diario Sur.

En esa línea, continuó: “Cuando me inicié acá, empecé con 30 artículos nada más, entre artículos y golosinas, pero después le fui agregando cosas”.

“El vínculo con los clientes es muy bueno, la gente de acá es muy buena. Les agradezco a los vecinos por su paciencia, por comprarme desde años”, concluyó Cali.

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