En 2009, la vida de Hernán Sachero transcurría con normalidad en Almirante Brown hasta que un control de rutina reveló una insuficiencia renal crónica terminal. Con un riñón atrofiado y el otro en deterioro, su vida quedó en riesgo. Sin embargo, la donación de un riñón por parte de su hermana le permitió seguir viviendo.
Hernán Sachero, el nadador de Almirante Brown que renació gracias al riñón de su hermana: "Me salvó la vida"
El vecino de Almirante Brown superó una falla renal terminal tras la donación de un riñón de su hermana. La natación se convirtió en su motor de recuperación.
Según relató, la falta de información lo llevó a asumir que la palabra “trasplante” era equivalente a un pronóstico fatal: “Cuando me dijeron eso, dije que trasplante era igual a muerte”. El desconocimiento incrementó su miedo y la incertidumbre del futuro. Su vida, hasta ese momento rutinaria, pasó a girar en torno a consultas médicas, guardias y evaluaciones. “Me dieron la peor noticia de mi vida: necesitaba un trasplante de riñón para poder seguir con vida”, sostuvo.
Los médicos le dieron dos opciones: ingresar a diálisis durante un tiempo prolongado o esperar un trasplante. La alternativa del donante cadavérico implicaba meses o años en lista de espera. La otra posibilidad era un donante vivo relacionado. Allí apareció la decisión clave en la historia familiar: su hermana Vanina tomó la iniciativa de hacerse los estudios para donarle un riñón.
El proceso para llevar adelante la donación del riñón
“Vanina empezó a buscar por ella misma si podía ayudarme. Ella me dijo que si estaba la posibilidad, me iba a dar una mano, que lo quiera hacer por mí”, contó emocionado. El proceso de compatibilidad llevó un año de estudios para ambos. Incluso atravesaron una situación particular: Vanina quedó embarazada durante ese período, por lo que realizó los controles médicos a la par del embarazo. Sin embargo, esperaron a que naciera su hija (enero de 2011) y realizaron el trasplante en abril del mismo año.
Hernán con su hermana Vanina.
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El día de la cirugía marcó un antes y un después para la vida de él: “Cuando me desperté y vi a mi familia entendí que había salido todo bien”. Ese momento inició una nueva etapa, en donde la rehabilitación, los cambios de hábitos y el deporte le ayudaron a tener una transformación personal.
La natación, que había sido un deporte presente desde su infancia, se convirtió en su herramienta principal de recuperación. Los médicos le recomendaron volver a la actividad física y, una vez cumplido el tiempo indicado, regresó al agua: “La actividad física va a ser clave en tu rehabilitación, me dijeron”.
Sus comienzo en la natación
Con el acompañamiento de un amigo profesor de Educación Física, comenzó a entrenar de forma progresiva. El primer objetivo fue recuperar movilidad y estado general. Luego apareció una puerta inesperada: el deporte para personas trasplantadas. A partir de ese hallazgo se interiorizó en la Federación Mundial y en ADETRA.
Su primer torneo fue en 2012, en el Campeonato Argentino y Latinoamericano, donde compitió sin expectativas. La sorpresa fue inmediata dado que obtuvo múltiples medallas que lo impulsaron a seguir: “Fui a ver qué pasaba y me fue súper bien”.
Es un ejemplo para el deporte nacional y de Almirante Brown.
Su salto más grande llegó en 2013, cuando viajó al Mundial de Trasplantados en Sudáfrica y en su primera carrera logró la medalla de oro en 100 metros pecho. Además, en ese mismo campeonato sumó dos medallas de plata y una de bronce, consolidándose como uno de los nadadores más destacados del equipo argentino.
Tras ese mundial, continuó su carrera internacional: en 2015 participó en Mar del Plata; luego compitió en Málaga (2017) y en Inglaterra (2019). Su trayectoria reflejó no solo una recuperación médica, sino una dedicación deportiva que lo llevó a lo más alto.
Tras la donación, el vecino de Almirante Brown empezó a disfrutar la vida
A lo largo de todo el proceso, Hernán remarcó la importancia del acompañamiento familiar por sobre todas las cosas: “Cuando yo me recuperé, se recuperó todo mi entorno”. También explicó cómo el trasplante modificó su forma de ver la vida: “Empecé a disfrutar de otra manera y a hacerme problemas por lo que realmente importa”.
Es uno de los mejores nadadores del país.
En la actualidad, más de una década después de aquel diagnóstico que lo dejó “al borde del abismo”, Hernán Sachero continúa entrenando y compartiendo su experiencia con otros pacientes y deportistas trasplantados. Su historia, atravesada por la decisión de su hermana y por un proceso de resiliencia, se transformó en un ejemplo para quienes enfrentan situaciones similares.
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