Fernando Samalea es el baterista de Charly García, un mote eterno que lleva con orgullo. Es una pieza clave del rock nacional: compartió escenario con los más grandes, desde Andrés Calamaro hasta Gustavo Cerati, más una larga variedad de artistas de diferentes registros. Recorrió el mundo en giras rockeras y viajando solo con su moto. Y ahora encontró en Canning “un refugio para escapar de la vida de la ciudad”, según describe en una entrevista con El Diario Sur en su café favorito de la zona.
Fernando Samalea, el baterista de Charly García que adoptó a Canning como "un refugio de la vida en la ciudad"
Es uno de los bateristas más destacados del rock nacional. Conoció Canning por su novia y suelen instalarse los fines de semana para descansar y hacer música.
De 60 años, “Sama” llegó a Canning gracias al amor. Fue en 2018 cuando conoció a su actual pareja, la cantante y saxofonista de jazz Michelle Bliman, de 33 años, cuyos padres tienen una casa de fin de semana en la ciudad. “Mi relación con Canning es completamente emocional. Creo que tiene que ver con mi propensión a la fantasía y a encontrarles a los lugares algo muy profundo. Empecé a venir con ella en 2018 y adoptamos toda esta zona. Acá encontramos una forma de conectar con toda esta naturaleza hermosa”, asegura Samalea con su tono afable y enumera algunas de las actividades que disfrutan de la ciudad, como el ocio, el cine y el deporte.
Es así que cada fin de semana que pueden, Fernando y Michelle cargan su Renault Clio con sus instrumentos y sus libros, y se instalan solos o con amigos, siempre con ganas de componer, tocar y leer. “Canning es muy propicio porque nos permite esa tranquilidad y a la vez tiene un montón de entretenimiento, y gastronómicamente es divino”, afirma. Y adelanta que proyectan una presentación en el café Dolce Natale para fin de año.
Fernando tiene 40 años de trayectoria en los que exploró una amplia diversidad de caminos. A los 14, vio a Charly García en vivo por primera vez con La Máquina de Hacer Pájaros y empezó a soñar con ser su baterista. Se inició en el circuito under y tuvo la oportunidad de grabar con Andrés Calamaro. Desde ahí pegó el salto a la banda del creador de Sui Generis y Serú Girán
Eran los agitados 80 y “Sama” tenía apenas 22 años. El Charly más inspirado marcaba el pulso de la música y de la noche porteña entre excesos. El baterista que lo acompañaba pudo surfear la ola de la vanguardia con su estilo aniñado y su sensibilidad artística siempre a flor de piel. “Yo pude haber llevado una vida muy trasnochada, pero en el fondo nunca la llevé desde el lugar clásico que son las drogas y el alcohol, sino como un testigo de todas las expresiones artísticas y de toda la bohemia musical”, reflexiona.
Desde entonces nunca dejó de estar ligado a Charly e incluso tocó en su último álbum. También fue baterista de los Illya Kuriaki en los 90, de Gustavo Cerati entre 2006 y el momento en que sufrió el ACV, de Joaquín Sabina en la etapa de 19 días y 500 noches y sumó participaciones en grabaciones y conciertos de Draco Rosa, Benjamin Biolay, Fabiana, Cantilo, Hilda Lizarazu, Calle 13 y Vándalos Chinos, entre muchos otros. Mientras, hizo una docena de álbumes como solista, mayormente instrumentales, en los que se destaca como bandoneonista.
Entre otros proyectos actuales, algunos ligados a la música de Charly, el que más lo entusiasma es el dúo que hace con Michelle, con el que pueden explorar repertorios desde el jazz y el soul hasta clásicos del rock nacional: “Nos inventamos la manera de acompañarnos siempre y hacer viajes. Podemos pasar tres meses en Francia haciendo conciertos gracias a la generosidad de amigos. También lo hicimos en Nueva York. Y tenemos planes de seguir haciéndolo”.
Todo su recorrido está reflejado en tres libros autobiográficos, de 600 páginas cada uno, en los que relata con un estilo pulcro y entretenido sus aventuras en la música, valiéndose de una memoria privilegiada. “Encontré la forma de ir contando todo con lujo de detalles. Me parece lindo dejar un testimonio para los chicos del futuro que quieran leer sobre las peripecias de los músicos de los 80, los 90 y los 2000. El cuarto libro está en camino, va desde 2017 hasta esta parte. Por supuesto que hablo de Canning y de todo lo que me trajo hasta acá”, promete.
Si los vecinos lo cruzan en un bar local, Samalea podrá parafrasear al García de Clics Modernos y decir que acaba de llegar, que conoce esta ciudad y que no es un extraño; que nos mira sin querer mirar.
Charly, el “ser metafísico” que es “nuestro propio Leonardo Da Vinci”
Luego de casi 40 años a su lado como baterista, Samalea describe a Charly como “un ser metafísico”. “Hay algo en el él que es misterioso, porque pasan los años y le sigue gustando a las nuevas generaciones. Charly les gusta a los adolescentes y hasta a los niños. Yo digo en broma que es nuestro propio Leonardo Da Vinci, porque se inventó a sí mismo y ha inventado el concepto de estrella musical en la Argentina”, marca. Y asegura que lleva con alegría el “estigma” de ser conocido como “el baterista de Charly”.
“Siempre voy a estar ligado a él y mi vida no hubiera sido igual de no haber cruzado mi destino con el suyo. Eso posibilitó un montón de cosas para mí”, cuenta “Sama”, que mantiene una relación prácticamente familiar con García. Su último encuentro fue un mes atrás, para escuchar junto al tecladista “Zorrito” Von Quintiero “La lógica del escorpión”, el último álbum.
“Tocamos un poquito en el estudio y escuchamos el disco. Si bien ahora Charly está con un ánimo más de quedarse en su casa, no descarto que en algún momento quiera hacer alguna presentación del disco. Él sigue siempre con su humor brillante, y también con alguna limitación, pero que él puede suplir con su carácter metafísico que trasciende todo tipo de lógica”, cuenta.
Michelle Bliman, una artista que se mueve con naturalidad entre el jazz, el soul, el pop y el rock
La curiosidad constante y el eclectismo son dos constantes tanto en la carrera de Fernando Samalea como en la de su pareja, Michelle Bliman. Nacida en 1991, ella es compositora, cantante, guitarrista y saxofonista. “Desde chica que esos han sido mis tres pilares: la voz, la guitarra y el saxo”, cuenta ante El Diario Sur. Tiene tres álbumes solistas publicados: Intuición, A mi alrededor y Pluma, disponibles en plataformas como Spotify. En ellos, predomina el género canción, atravesado por el soul, el jazz y el pop. Ahora, en su cuarto trabajo que está en camino, se anima a experimentar con tintes electrónicos.
Egresada de la Escuela de Música Popular de Avellaneda y especializada en jazz, Michelle también da clases. Y participa en conciertos de artistas como Bándalos Chinos, Daniel Melingo, Electric Gauchos, Hilda Lizarazu y Paris Jazz Club. Con “Sama” también hace presentaciones en las que repasa su repertorio, clásicos del rock nacional y también composiciones instrumentales. En Canning, donde sus padres tienen una casa de descanso, se van a presentar pronto.
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