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¿Y si en verdad somos todos hologramas?: Salud mental y psiquiatría, por el Dr. Matías Varela

El video viral de la señora acusando “hologramas” que vienen a disturbarla despertó entre otras cosas esta pregunta, lo que nos da una buena excusa para hablar de uno de los temas más apasionantes de la psiquiatría: la psicosis. El delirio, las alucinaciones, material de películas que nos llevan a cuestionar hasta la propia condición humana.

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Primero que nada; no, no somos todos hologramas. La señora presenta un cuadro delirante.

El delirio se puede definir como una creencia que se sostiene en contra de toda evidencia empírica. Es justamente este profundo convencimiento lo que diferencia del delirio de todas las demás ideas. Todo el mundo sostiene creencias que pueden alejarse en menor o mayor grado de la realidad: creer que vamos a ser exitosos, que el mundo debería funcionar de tal o cual forma, o que nuestro equipo va a volver a ganar una Libertadores. Si bien alejadas de la realidad, no constituyen un delirio en el punto en el que son contrastables con esta. El delirio es apodíctico, no requiere confirmación con la realidad para seguir sosteniéndose con fuerza absoluta de verdad, ni requiere tampoco de validación lógica. El delirio alude siempre a una verdad última solo conocida por la persona delirante.

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Existen diversas escuelas que clasifican al delirio según distintos criterios. Según su contenido, podemos hablar de delirios erotómanos, megalómanos, celotípicos, entre otros. Tambien según su mecanismo de formación – interpretativos, alucinatorios-, según las áreas del pensamiento que afectan –actitudinales, intelectuales, corporales, eróticos – y por supuesto según la patología de base. El delirio es siempre una manifestación de una patología de la mente, y son muchísimas las patologías que pueden manifestar delirios. Según su nivel de complejidad y cohesión interna, se clasifican también como sistematizados o no sistematizados, lo que orienta al diagnóstico de la patología.

Este carácter incorregible lo vuelve en muchas ocasiones inadecuado el contexto, y trae aparejadas severas dificultades sociales que perturban la vida de la persona delirante. Por esto mismo, incluso en la curación, el delirio no se rectifica. En caso de que , y espero asi sea, la señora logre curarse, no va a dejar de creer que todos somos hologramas; pero estos quizás le resulten menos hostiles.

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