Definimos la semana pasada a la alostasis como la capacidad que tiene un organismo de recuperarse tras haberse adaptado a una situación de stress. Esta capacidad no es infinita, el cuerpo tiene un límite hasta el que puede compensar, y el resto de lo que no puede compensar queda acumulado conformando la “carga alostática”.
¿Qué es la carga alostática? (II): Salud mental y psiquiatría, por el Dr. Matías Varela
Funcionar con un nivel alto de carga alostática generaría un deterioro de los sistemas. Por ejemplo en el sistema cardiovascular: un estímulo estresante (como las placas de grasa que se forman en las paredes de los vasos y que dificultan el flujo normal de la sangre) lleva a que el corazón responda aumentando la presión que genera. Si el estímulo es constante, el corazón agota su capacidad de recuperarse y la presión se mantiene constantemente más alta. A la vez, la presión alta (carga alostática) deteriora las paredes de los vasos, contribuyendo a que se formen más placas de ateroma, creando un círculo vicioso.
El sistema psíquico, según la teoría de la alostasis, no funcionaría de un modo muy distinto. Tras situaciones de stress prolongado y variable, se agota la capacidad de recuperarse tras esa respuesta, y el aparato psíquico termina trabajando en un estado de “alerta o huida” constante. Esto se manifiesta como más ansiedad, más irritabilidad, temores a veces infundados, fumigación del pensamiento o ideas intrusivas. A la vez, el vivir constantemente en esta situación de carga alostática alta nos predispone peor al entorno, aumentando nuestra exposición a situaciones de stress. E inclusive, al estar más bajo el umbral de respuesta, situaciones que en otras circunstancias hubiésemos podido manejar sin mayor impacto nos aumentan aún más esta carga.
Por eso es importante tratar de mantener esta “carga alostática” en el nivel más bajo posible, intentando reducir el bombardeo de estímulos estresantes.
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