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"Nada (ni nadie) puede cambiar la pasión, Benjamín"

Por Ricardo Varela

Los artistas internacionales que visitan nuestro país suelen repetir que el público argentino es único. De hecho, algunas de las bandas de música más emblemáticas eligieron sus presentaciones en nuestro país para grabar videoclips o discos en vivo.

Muchas veces puse en duda ese discurso pro “argentine fans” por demagógico y vende humo comercial. Sin embargo hay ejemplos genuinos de algunos de esos mismos músicos que hablan de la pasión inigualable de los argentinos en otras ciudades donde giran y hasta en sus propios países. A esos, mis respetos por coherentes nada más (y nada menos).

Algo de esto se vive hasta hoy en Qatar, donde la hinchada celeste y blanca sorprendió por el aliento y también por relatos individuales que al “mundo normal” les parecen imposibles de creer: como el que vendió el auto y renunció a su trabajo para viajar; la chica que le pagó el viaje y estadía a su novio a condición de casarse al regreso; o la familia mendocina que vendió su casa para cumplir el sueño de “4 mundialistas”. A esto se suman banderazos varios y hasta un piquete criollo para conseguir entradas para la final.

Hay pocas cosas que la pasión sea capaz de explicar. Se tiene o no. Ya me leyeron hacer mío el parangón futbolístico de “se juega como se vive”. Y nosotros vivimos sobregirados de 0 a 24 y de lunes a domingo, todos los días del año. Ese ritmo frenético en el que ponemos todo, hace que también potenciemos lo que nos “hace bien”, lo que nos motiva. Y esto puede ser un concierto de Coldplay en River (batiendo récords con 10 estadios completos vendidos) o un gol de Messi.

Esta semana conocí a Samanta, una de las amigas de mi hija, que relataba en grupo los ecos del recital de Harry Styles (espero haberlo escrito bien) en el estadio de River. La primera sorpresa (para mi) fue que un músico fuera de mi radar, convocara 120.000 personas en dos presentaciones. Pero la mayor llegó cuando avanzó el relato de Samanta, orgullosa de su grupo de amigas de la carpa 2.

A pesar de no ser mi estilo, no pude evitar hacerle tantas preguntas como las necesarias para escribir éste editorial.

Samanta plantó la carpa 2 a mediados de junio frente a la sede del Club Hípico Argentino en avenida Figueroa Alcorta (a 300 metros del estadio de River). Tenía entrada de campo vip para el 3 de diciembre. Estuvieron allí casi 160 días soportando el frío del invierno, lluvias y lloviznas, el ruido constante de los autos que pasan por la Avenida Figueroa Alcorta, y “conviviendo” con otros eventos del mismo lugar como partidos de fútbol y conciertos de otros artistas. Dice que a fines de junioya había cinco carpas. La primera se instaló (simbólicamente) el 11 de junio cuando el ex integrante de One Direction iniciaba su gira “Love on Tour” (,32 ciudades), bien lejos del Río de la Plata.

“Es que es la única forma de lograr buenas ubicaciones”, explicaba Sami. Dice que a fines de mayo fueron a hablar con la gente del Club Hípico Argentino y que ellos les dieron el visto bueno para acampar allí. También cuentan que pudieron seguir conectadas con sus teléfonos usando la red wifi de River. Esta movida tiene una organización ingenieril que envidaría cualquier CEO de multinacional. En cada carpa hay “cupo” para cuatro o cinco chicas, que van rotando día y noche para “cuidar el lugar”. Allí también cocinaron con mecheros y consumieron cientos termos de mate con agua caliente “de la Shell”, principal aliado a la hora de usar el baño: “los playeros tuvieron siempre muy buena onda”, dice.

Casi absorto por el relato me afloraban mil preguntas que fue respondiendo con desparpajo y naturalidad. “Un vecino nos denunció por uso prohibido del espacio publico o algo así, vinieron policías y nos pidieron documentos a todas. Ahí se tuvieron que ir 12 chicas porque eran menor de edad, pero hubo un juez que nos dio la razón a nosotras”.

El juezcontravencional porteño, Matías Vilas, falló: “no tomar acciones contra las fans, labrar un expediente de constancia y avisar nuevamente si se producen desmanes o agregan carpas”. Las carpas sumaban 18 el día del show pero el juez “no se enteró”.

La organización interna de cada carpa hace que las 4 o 5 chicas (máximo por cada una) tenga su propio “puntaje”. “Llevábamos una planilla donde anotamos las horas que estaba cada una. Las horas de los fines de semana y de las que se quedaban a dormir valen doble. Así al momento de entrar cada una sabe que prioridad tiene”. Ese “momento de entrar” fue a las 15 horas del 3 de diciembre cuando los encargados de seguridad abrieron las puertas para que miles de personas empiecen una corrida desaforada hacia las vallas que separan el escenario del “campo vip”. “Eso fue un bajón, me pasaron todas corriendo, yo tengo menos estado físico que una tortuga. Igual, al menos, estuve cerca. Cuando llegué me clavé ahí y no me movió nadie”.

-“¿Y cómo hiciste para no ir al baño desde las 3 de la tarde hasta que terminó pasadas las 12?” (Pregunté ingenuamente)

-“Con pañales”.

No más preguntas señor juez.

Buena semana.

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