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Milei encontró nuevos padres

Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).

Votamos hace apenas una semana, pero ya parece un recuerdo lejano. La sorprendente remontada de Massa, las contundentes victorias de Kicillof y los intendentes de la región, el segundo lugar de Milei y el derrumbe electoral de Juntos por el Cambio… Todas esas novedades y los discursos de cada candidato del domingo a la noche ya son imágenes de archivo.

Pasamos del Massa con tono presidencial de las horas posteriores a los comicios, al descalabro que armaron Mauricio Macri y Patricia Bullrich apoyando a Milei “incondicionalmente”, según dijo el libertario. Los poderosos ejércitos que dirimirán el 19 de noviembre una lucha épica en las urnas quedaron conformados. Vamos a llegar a ese domingo, para el que falta todavía atravesar mucha ansiedad, mucha inflación, muchas rabietas y mucho estrés, sin certezas sobre el resultado.

¿Quién parte con ventaja? Más allá de la victoria de Massa en primera vuelta, parece ser Milei el que a priori está mejor parado, al menos así lo reflejaron algunos de los primeros estudios de opinión pública que se difundieron en estos días. La cuenta lineal tiene poco valor, pero se puede pensar que entre los votantes de Juntos por el Cambio y de Schiaretti predomina un sentimiento anti K que podría llevarlos hacia el libertario. Sin embargo, como se repite hasta el hartazgo, ningún sello es dueño de sus votos, y de cara al ballotage nace una nueva campaña.

A pesar del papelón de la interna opositora agresiva y a cielo abierto, la jugada de Macri de esta semana demostró su audacia, plasticidad y centralidad política. Quedó claro que apostó (y ganó) en la interna de Juntos por el Cambio con una candidata sobre la que tiene capacidad de coerción. Ahora está decidido a jugar fuerte con Milei, seguramente con más entusiasmo que el que tenía con Bullrich. Pondrá a su gente a disposición para la campaña y para un eventual gobierno. Tendrá la misión de “blanquear” a Milei: hacerlo pasar desde la ultra derecha psiquiátrica y disruptiva que lo trajo hasta acá, hacia un tono más aceptable para los votantes espantados con el extremismo. Lo embanderará a Milei con la palabra cambio y le sacará la motosierra. ¿Resultará creíble?

Es posible que esta operación disguste a los libertarios conversos de la primera hora, en su mayoría jóvenes que construyeron su identidad política con videos de YouTube en los que se insultaba a los dirigentes de Juntos por el Cambio y se los consideraba “zurdos y estatistas”. Esos chicos, que tomaron contacto con la fe “anti casta”, hasta hace 20 días estaban repitiendo las palabras del líder: que Patricia Bullrich había sido una montonera que ponía bombas en jardines de infantes. Habrá que ver si esa antipatía le saca votos a Milei: a mí me parece poco probable.

Milei parece estar contento con su nueva familia, que se viste mejor y tiene modales más finos. Se siente aceptado y reconocido por Macri y Bullrich. Las interpretaciones psicoanalíticas sobre la relación con sus verdaderos padres se las dejo a los profesionales, pero está claro que, se piense lo que se piense del ex presidente y su ex ministra, conforman una dupla más presentable que el defensor de la pornografía Ramiro Marra y la diputada electa Lilia Lemoine, la cosplayer que propone una ley para que los hombres puedan renunciar a la paternidad. La vara, que estaba por el subsuelo, se levanta un poco (un poquito).

Massa no puede subestimar el efecto electoral que tienen estos movimientos. Ni tampoco ser optimista respecto a los beneficios que podrían darle la neutralidad o el virtual apoyo de los radicales, Larreta o Vidal, por más razonables que resulten. El candidato de Unión por la Patria tratará de volver a su eje: disimular que es el ministro de esta economía descarriada en la que cuesta conseguir nafta, y ponerse a discutir con Milei, el verdadero candidato que pasó a la segunda vuelta.

Termino con lo que creo que es más importante. Hay 21 ciudadanos argentinos que fueron secuestrados en Israel el pasado 7 de octubre por el grupo terrorista Hamas. Se cree que están cautivos en la Franja de Gaza. Sus nombres se mantienen en secreto para no perjudicar su integridad. El Estado y los argentinos no pueden olvidarlos.

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