“No hay plata”. “Se viene una estanflación”. “La inflación recién empezará a bajar en julio del 2025”. Esas son las definiciones del Presidente electo Javier Milei antes de asumir, y que parecen seguir el mandato social de “algo distinto” a los fracasos previos del Kirchnerismo y del Gobierno de Mauricio Macri.
Ni el Pobreza Cero de 2015 ni el volver mejores de 2019
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
Si viajamos a diciembre 2015, el Macri que bailaba rodeado de globos negaba que se viniera un ajuste: prometía pobreza cero, terminar con la grieta y frenar la inflación (en 2015 la anual era del 24%); también le “daba a la maquinita” del Banco Central para que María Eugenia Vidal pudiera pagar los aguinaldos en la Provincia. La experiencia terminó con más pobreza, más inflación y un endeudamiento sideral.
Por eso en 2019 ganaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que esperanzaron a la ciudadanía con “llenar la heladera” y “volver mejores”, una fórmula de asado y buenos modales, la versión más republicana del kirchnerismo. Tampoco caminó: acá estamos con inflación anual de tres dígitos y miedo a la híper, y un deterioro del poder adquisitivo acelerado.
Como dijimos reiteradamente en estas líneas, Sergio Massa protagonizó una campaña electoral en la que la emisión monetaria fue irresponsable. Tanto el aumento del gasto como la disminución de la recaudación a partir de la quita de impuestos pusieron dinero en la calle que inevitablemente está yendo hacia el dólar y hacia el aumento de precios, además de aumentar el déficit fiscal. Esto es fácil de entender hasta para los que no sabemos de economía, pero sabemos de pesos que valen cada vez menos.
Así, “El Loco de la Motosierra” le ganó por una amplia ventaja al “Mago de los Billetes”. Milei encarna el deseo de una sociedad que ya se pegó muchos porrazos con la piedra del optimismo y ahora quiere cambiar de dial, aun con mucha desconfianza y reparos, aun a pesar de las declaraciones estrambóticas, las figuras estrafalarias y los sectores reaccionarios y de ultra derecha que integran La Libertad Avanza.
El Presidente electo tendrá carta blanca de la mayoría de la sociedad para hacer su ajuste, que en principio sería de siete puntos del PBI y afectaría principalmente al empleo público, los subsidios y la obra pública. Para esto sería necesaria la famosa “ley ómnibus” de comienzo de mandato que contenga el paquete de reformas. El nuevo gobierno podría recibir más fondos del FMI y apostaría a que la cosecha 2024 y el ahorro que permite el gasoducto mejoren el problema crónico de la falta de dólares.
La famosa hoja de ruta de todos modos todavía no está clara, ni a nivel económico ni con el sostén político que deberá construirse el nuevo presidente. Las experiencias de Macri y el Frente de Todos (y de la Alianza si nos vamos más atrás) también enseñaron que construir frentes políticos para ganar elecciones es muy distinto a formar gobiernos sólidos. En esa faena está Milei, que tampoco cuenta con cuadros técnicos preparados para asumir posiciones de responsabilidad en medio de la tormenta argentina.
Las confirmaciones de esta semana fueron “Toto” Caputo en Economía y Patricia Bullrich a Seguridad. El Macri del “acuerdo patriótico” que celebró Milei estaría, de todos modos, disconforme por quedarse sin la Presidencia de la Cámara de Diputados que pretendía para Cristian Ritondo. Ese lugar Milei lo querría para Martín Menem, sobrino del ex Presidente. Y también surgió, para la Procuración del Tesoro, otro menemista, Rodolfo Barra, un jurista que fue ministro de Justicia de Menem y “arquitecto” de la polémica Corte Suprema de la mayoría automática de la década del 90.
Esas danzas de nombres y varios trascendidos dan señales de improvisación en el armado del nuevo gobierno. Lamentablemente, el margen para Milei será exiguo y no tendrá tiempo para aprender sobre la marcha: tendrá que ser un piloto de tormentas.
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