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Javier, Cristina y Mauricio

Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).

Son tres nombres: Javier, Cristina y Mauricio. Esos son los principales líderes que ungió y reconoce la sociedad argentina. Javier es lo nuevo: el ascenso político más fulgurante de la historia argentina lo depositó en la Presidencia. Cristina y Mauricio son lo viejo, “la grieta”, los titulares de los fracasos de los últimos ¿12, 15 años? que le permitieron ganar a Javier. Pero también son los principales líderes de sus respectivas tribus y, hasta ahora, nadie los puede desbancar, así que sus posicionamientos son claves para entender lo que pasa y hacia dónde va el país.

Milei tuvo una buena semana. Primero por su principal batalla, la inflación, que dio en septiembre un 3,5 % según el Indec, la cifra más baja desde 2021. Incluso en el marco de la recesión, el aumento de la pobreza y los crecientes problemas de empleo, la relativa estabilización de los precios lleva a las familias un poco de previsibilidad y paz mental, un bien tan escaso como apreciado.

En el plano de la lucha política, a pesar de la marcha universitaria de la semana pasada con un importante apoyo popular y de las tomas en universidades a lo largo y a lo ancho del país de esta semana –mas antipáticas e intrascendentes para la sociedad no politizada-, Milei logró otra vez que un tercio de los legisladores defendiera su veto a la Ley de Presupuesto Universitario. Se repitió el esquema de la fórmula jubilatoria que el Presidente rechazó con un veto, aunque esta vez no hubo asadito eufórico en Olivos para festejar.

Esto no significa que haya entrado en un estado de budismo zen como el arquero de Claypole de la página 8. En su cuenta de X, Milei, indignado tras el ataque al influencer libertario en la concentración opositora frente al Congreso, reposteó un mensaje que decía: “Así dejaron a Fran Fijap los kukas antidemocráticos. Después andan buscando nietos de 40 años”. Los límites se corren cada vez más y Milei llegó gracias a su espontaneidad, sí, y el humor pasado de rosca ha sido una herramienta para conectar con sus votantes, también. Pero esos nietos, esas abuelas, esos padres torturados y asesinados, viven todavía los traumas del horror de la última dictadura. Que un Presidente, a cielo abierto, haga humor –en el mejor de los casos- con su tragedia no debería pasar como si nada; incluso contemplando las críticas a los organismos de derechos humanos y la desagradable utilización política que hizo de sus banderas el kirchnerismo. Pero a nadie parece importarle demasiado.

El otro protagonista es Mauricio. Le aportó a Milei los votos de sus legisladores leales para que triunfe el veto al financiamiento universitario. Se banca destratos del Gobierno y también los critica, pero los termina ayudando. Los ideólogos de La Libertad Avanza lo menosprecian porque creen que no le queda otra opción más que cooperar, dado que los votantes del PRO apoyan en líneas generales el rumbo del Gobierno. Pero sigue siendo una pieza clave para la gobernabilidad. Y en cuanto huela sangre (por ejemplo una caída fuerte en las encuestas de Milei) tendrá capacidad de daño.

Para el final, Cristina. Tras un breve operativo clamor de apenas un par de días, anunció su intención de ser presidenta del Partido Justicialista a nivel nacional. Cristina está en medio de una tentativa de reciclaje a toda velocidad: a sus 71 años, con muchos fracasos y éxitos sobre sus hombros (electorales y de todo tipo), está planteando giros en varios frentes. Ya habló de la importancia del equilibrio fiscal (un triunfo de Milei) y de la necesidad de una reforma laboral. Ahora busca tomar el liderazgo del PJ, una estructura que despreció durante años. Está tratando de componer las “nuevas canciones” que pedía Axel Kicillof, mientras que le deja al gobernador los hits que ya nadie quiere cantar, como el “resistiendo con aguante” y el “Estado presente” a cualquier costo.

Este intento de reinvención de Cristina puede ser leído como un cambio de piel para seguir dominando el peronismo y encabezar la oposición a Milei. Son muy pocos los que en el peronismo se animan a levantar la voz en contra de ella. Su audacia no es una novedad. Ya la mostró en 2019 con la movida que entronizó a Alberto Fernández como candidato a presidente. Esa experiencia no salió bien.

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