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Pragmatismo libertario

Pragmatismo libertario

El pragmatismo del que es capaz el Gobierno de Javier Milei quedó al descubierto esta semana con las dos leyes que fracasaron en la Cámara de Diputados: la Reforma Sindical, que apunta a “democratizar” el poder hacia adentro de los gremios, y la ley de “Ficha Limpia”, que limitaría las postulaciones de quienes estén condenados en causas judiciales por corrupción.

Son dos iniciativas que vienen desde lejos en la agenda programática del no-peronismo. Con el bloqueo a la Reforma Sindical, Milei le hizo honor a la inquina que tiene con la figura de Raúl Alfonsín (alguna vez dijo que le tiraba dardos a su foto). El proyecto es heredero de la fallida “Ley Mucci”, con la que el gobierno radical buscaba menguar el poder de los gremios. En la edición de 2024, el proyecto del diputado Martín Tetaz eliminaría las reelecciones indefinidas de los sindicalistas, prohibiría las “cuotas solidarias” que alimentan las cajas gremiales y buscaría generar cuerpos deliberativos en los sindicatos y “democratizar” las obras sociales. En el marco de su entendimiento con amplios sectores del sindicalismo (que por ejemplo valieron la renuncia de Pablo Moyano a la CGT la semana pasada), La Libertad Avanza frenó la reforma sindical. A cambio, por caso, no hay paros generales a la vista.

El caso de Ficha Limpia es el más resonante de la semana. Sectores del PRO, la UCR y la Coalición Cívica pugnaban por esta ley que, entre otras consecuencias, podría impedirle a Cristina Kirchner competir en las legislativas del año que viene. El jefe de Gabinete Guillermo Francos dio sus razones para no bancar la ley: que no quieren que parezca una proscripción a Cristina, y que temen a un efecto rebote de otro futuro gobierno que pueda amainar causas en la Justicia para dejar fuera de competencia a sus rivales. Lo mismo podría pasar en las provincias, dada la ascendencia que muchos gobernadores tienen sobre la Justicia de sus provincias. Hasta la ministra Patricia Bullrich, que hizo campaña con el “penal de máxima seguridad” para Cristina, se plegó al libreto.

Los argumentos republicanos son más que razonables, pero también dejan al desnudo la preferencia del grupo de Milei por competir contra Cristina en 2025. Ya lo había anticipado el Presidente cuando dijo que soñaba con “poner el último clavo en el cajón del Kirchnerismo con Cristina adentro”. Lo quieren hacer en las urnas.

Mientras tanto, las versiones de pactos entre el oficialismo y el kirchnerismo se alimentan de los movimientos en el Congreso para aprobar la candidatura a la Corte Suprema del juez Ariel Lijo y otros posibles nombramientos en la Justicia que requieren acuerdos legislativos. Por ahora son especulaciones y, en cualquier caso, habría que ver si estos movimientos que tanto preocupan a los aliados del viejo “Juntos por el Cambio” tienen repercusión en el electorado de Milei, que lo apoya fundamentalmente por la sostenida baja de la inflación.

Lo que no es una especulación es el pragmatismo de Milei. A un año de gobierno, no dolarizó; por el contrario, el peso es la moneda que más se fortaleció en 2024. Tampoco abrió el cepo ni permitió un tipo de cambio libre, como había prometido. Los precios de las tarifas energéticas se mantienen regulados y con subsidios, y también hay coordinaciones sobre precios de prepagas y de combustibles. Tampoco congeló las relaciones con China: logró renovar el swap de monedas y hasta mantuvo una reunión bilateral con Xi Jinping. Incluso llegó a subir impuestos (y no se cortó la mano).

Seguramente el panorama sería más dramático sin esas concesiones económicas que el Milei dogmático de la campaña le permitió hacer al Milei pragmático de la Presidencia. Lo de esta semana fueron concesiones políticas en pos del objetivo “vamos por todo”. Eso sí: siempre a los gritos y con hostilidades contra el enemigo de turno para que no se extravíe el recuerdo del “Peluca” original.

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