Videla entregándole la Copa a Pasarella en el Mundial 78. Galtieri y su plaza del “si quieren venir que vengan” luego de haber desembarcado en Malvinas. El rezo laico de Alfonsín recitando el preámbulo o el “la casa está en orden” de Semana Santa. Menem con los Rolling Stones en la Rosada, manejando la Ferrari o siendo ovacionado en el Congreso de los Estados Unidos. De la Rúa saludando en el balcón. Duhalde entregando los atributos de mando, reencauzando la institucionalidad luego de la crisis. Kirchner bajando el cuadro de Videla. Cristina festejando el Bicentenario. Macri como anfitrión del G20, llorando en el Teatro Colón. Alberto Fernández explicando las medidas sanitarias de la pandemia con estilo docente, cosechando una aprobación de más del 80%. Y ahora Milei en un Luna Park lleno, con sobretodo negro, cantando “Hola a todos, soy el león”.
Luna (Park) de Miel
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
Son fotos, momentos que quedaron en la historia y que se identifican como períodos de “luna de miel” de los mandatarios con la sociedad argentina. La historia nos enseña que el poder tiene una física inapelable: todo lo que sube, baja. Y los tiempos de “romance” de los argentinos con sus presidentes son más bien excepcionales. El grueso del tiempo en el poder está signado por las urgencias, los reclamos y las disconformidades propias de la “sábana corta”, en un país que no se quiere acostumbrar a la pobreza y exige con sus pretensiones de clase media.
El Presidente Milei tuvo esta semana una sobredosis de fama y ovaciones. Baños de masas. Lo aplaudieron los militantes del ultraderechista VOX en España y lo vivaron sus seguidores de la Argentina en el mítico Luna Park. Es el “Súper Milei”, está “allá arriba”. “Soy el máximo exponente de la libertad a nivel mundial”, dijo esta semana, y se colocó entre los “tres líderes” más importantes del planeta en la actualidad; nadie le repreguntó quién elabora ese ranking ni con quiénes lo comparte.
“Cada vez que yo salgo pongo a la Argentina en el centro de la escena en un lugar de privilegio”, siguió celebrando. Y especuló con que quienes lo critican en el país lo hacen “por envidia”. “La agenda de los políticos argentinos es la agenda de los liliputienses. Yo estoy en otra liga y eso les molesta porque muestra la insignificancia de los políticos argentos, de lo berreta que son, de lo poco que son, del poco alcance que tienen. Donde yo voy, genero un terremoto. Les encantaría estar donde estoy”, le dijo a Jonatan Viale.
Más allá de la visión distorsionada de la realidad que pueda tener por sus características personales y las tendencias a los “diarios de Yrigoyen” que se refuerzan con el ejercicio del poder, el diagnóstico que hace Milei sobre las deficiencias de “los políticos argentinos” puede anclarse en muchos elementos de la realidad. ¿O acaso no hay muestras de irrelevancia en la foto de Axel Kicillof con el intendente de La Matanza Fernando Espinoza el día después a que se formalice su imputación por abusar sexualmente de una secretaria? El gobernador busca reafirmar su alianza matancera de cara a la interna que tiene con Máximo Kichner. Más irrelevancia: la de los diputados del PRO a pura selfie en la presentación del libro de Milei, acompañándolo sin fisuras.
Mientras tanto, esta semana el dólar subió $150, lo que le mete presión a la inflación y aumenta las expectativas de devaluación en una sociedad que parece no tener demasiado resto para soportar más ajuste. Llegará un punto en el que al Presidente se le hará difícil combinar su mandato auto designado de “máximo exponente de la libertad a nivel mundial” con sus responsabilidades como jefe de Estado de un país empobrecido y en crisis.
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