Jorge Lanata ha sido, con luces y sombras, el periodista más influyente de los 40 años de democracia ininterrumpida en la Argentina. Se destacó en la gráfica desde la fundación de Página 12 y de varias revistas. Alcanzó la popularidad televisiva con Día D en Canal América y luego con Periodismo Para Todos por El Trece. En radio, fue en la última década líder de audiencia en Radio Mitre, y tuvo antes otros ciclos populares en FM. Nadie había tenido tanto éxito en todos los formatos, con críticas agudas al poder e investigaciones periodísticas relevantes, desde Menem a los Kirchner. También sumó, por supuesto, una cantidad de fracasos, como el del diario Crítica de la Argentina, que cerró poco más de un año después de su inicio y dejó un tendal de periodistas sin trabajo.
Mi Lanata favorito (el de Canal 26)
Por Manuel Nieto
Aunque siempre mantuvo su estilo, hubo una multitud de lanatas en sus décadas de trayectoria. Desde el editor progresista de Página 12, adorado por la izquierda cultural porteña, hasta el enemigo público número 1 del Kirchnerismo que se ensañó con los Lázaro Báez y los Amado Boudou, pasando por sus incesantes coqueteos con el mundo del espectáculo, un ámbito al que indudablemente le gustaba pertenecer. De todos esos, mi Lanata favorito, el más inspirador, fue uno marginal, poco recordado, lejos de los picos de rating: el que hacía el programa Después de Todo (DDT) por Canal 26, entre 2009 y 2011, antes de su pase al Grupo Clarín.
Ese Lanata de 50 años ya había pasado por éxitos impresionantes y era todo lo famoso que podía ser un periodista. Ya había ganado y gastado muchísimo dinero. Y, a pesar de que su nombre era una garantía de cierto piso de rating, no tenía acceso a un lugar relevante en la televisión por sus duras críticas al Kirchnerismo y su histórica posición “anti Clarín”. La grieta estaba en formación, aunque él todavía no la había bautizado (lo hizo en su histórico discurso de los Martín Fierro 2013).
En aquel contexto en el que el kirchnerismo disfrutaba de la soja a valores récord, Lanata hacía tele en Canal 26, que hoy tiene sus estudios centrales en La Matanza y es propiedad del ex diputado Alberto Pierri. La producción y la escenografía eran escuetas. Allí se lo podía ver en un escritorio, pucho en mano, en modo francotirador. Contra el kirchnerismo, contra la oposición, contra los medios, contra el poder en general. Se daba el lujo, por caso, de armar un debate cordial junto a Víctor Hugo Morales y Nelson Castro, algo que solo unos años después ya hubiera sido imposible por el aumento de los niveles de crispación política.
En DDT, Lanata se peleaba duro con el aparato de propaganda oficial que encarnaban los programas de Diego Gvirtz en la productora PPT (6-7-8, TVR y Duro de Domar). En una de sus editoriales, disponible en YouTube, recordó sus pergaminos en la reivindicación de los organismos de derechos humanos y el repudio de los crímenes de la dictadura (siempre fue una bandera de Página 12) para finalmente declarar que estaba harto “del curro de los derechos humanos”, en relación al oportunismo del Gobierno K para identificarse con la causa y acusar de complicidad con el Proceso a todo aquel que se le opusiera.
Ese famoso fragmento del “curro de los derechos humanos” fue sacado de contexto y utilizado en su contra hasta el hartazgo por la armada mediática de Gvirtz. Casi como una consecuencia de esa batalla, en 2012, llegaría su desembarco en el grupo Clarín, con Lanata sin Filtro en Mitre y PPT (como guiño al PPT de Gvirtz) en El Trece. Fue una contradicción que nunca le dejaron de marcar sus adversarios. Pero eso le permitió dejar el escritorio desangelado de Canal 26 y montar una mega producción como la que dio a conocer “La ruta del dinero K”. En esa etapa, con mayor o menor rigor, sus investigaciones pusieron la lupa sobre personajes turbios cuyos delitos terminaron en la Justicia.
Pero eso pasó después y es bastante conocido. A mí, hoy, me dan ganas de recordar al Lanata de Canal 26, que hablaba como estando “de vuelta”. No tenía la obligación de liderar el rating ni respondía a la estructura de un multimedio, y hacía del ejercicio del periodismo crítico un acto de resistencia.
Leé también: Por un 2025 con matices