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Otra semana de nuestra decadencia

Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).

Esta semana al Gobierno de Javier Milei le tocó morder el polvo de la derrota en el Senado, ver los números en rojo de todos los mercados por las locuras del ídolo Donald Trump, recibir un repudio generalizado por una frase desatinada sobre Malvinas y seguir en la incertidumbre por el programa económico y el acuerdo del FMI. Solo los puede tranquilizar mirar a la vereda de enfrente: ahí están Axel Kicillof y Cristina escalando una pelea por el desdoblamiento de las elecciones en la provincia, un tema que no podría estar más alejado de las preocupaciones reales de los votantes.

La larga batalla del oficialismo para colocar en la Corte Suprema a Ariel Lijo y Manuel García Mansilla se terminó esta semana. Resta saber si García Mansilla se va de inmediato o trata de resistir en su asiento. Fue el límite institucional para un gobierno al que ya no le está sirviendo la táctica de acelerar a fondo contra todos. Eventualmente, termina apareciendo una pared.

Otro golpe autoprovocado apareció con el discurso oficial en el acto por Malvinas. El Presidente reconoció implícitamente que los kelpers tienen derecho a la autodeterminación, algo que va en contra de la posición histórica de la Argentina en su reclamo de soberanía ante el invasor británico.

La piña de Trump fue la más leve: quedamos en el lote de los países menos perjudicados por los nuevos aranceles americanos. Sin embargo, todo el mercado de valores sufrió una caída estrepitosa. Cabe imaginar que la figura de Milei arrasa entre ahorristas e inversores argentinos. Muchos son jóvenes que, con o sin conocimiento, se largaron a “timbear” siguiendo, por ejemplo, los consejos de inversión del mismo Milei cuando todavía no era presidente. (Ya en el cargo, lo volvió a hacer y derivó en el escándalo por la estafa Libra). Esos chicos pueden haber ganado y quizás mucho con el mercado alcista de 2024; ahora les tocó perder. Por qué no me quedé jugando a transformar fotos en animé con inteligencia artificial, se habrán lamentado algunos.

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Lejos de esa sociología del voto libertario, ahí están Axel y Cristina en una pelea que nadie termina de entender. El gobernador quiere adelantar las elecciones provinciales para que no sean pegadas a la nacional. Cristina con La Cámpora y Sergio Massa las prefieren al mismo tiempo, como se hizo toda la vida. Desde cada lado esgrimen argumentos sobre la supuesta conveniencia de uno u otro esquema. Pero el conflicto escaló tanto, con actos, cartas y operaciones cruzadas, que solo se trata de una pulseada para ver quién tiene más fuerza.

El gobernador dice que va a hacer uso de su atribución para convocar a las elecciones en la fecha que considere; Cristina, con su innegable audacia y creatividad política, amenaza con que entonces va a ser candidata a diputada provincial por la tercera sección electoral, la nuestra, la del conurbano sur, el territorio más fuerte del kirchnerismo a nivel nacional. Sería un enfrentamiento en las urnas entre estas dos facciones del peronismo creadas ad hoc. ¿Qué discutirían en la campaña electoral, si no tienen ningún desacuerdo programático o de proyecto de país?

Si la Argentina y la provincia de Buenos Aires no atravesaran una decadencia profunda desde hace décadas que afecta la economía, el trabajo, la sociedad, la educación y un largo etcétera, todo esto podría ser divertido de ver. Las locuras del presidente, las conspiraciones dentro del peronismo, las ventajitas electorales… Pero no: a nosotros nos toca estar del lado de adentro.

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