“Porque sí”, así de sencilla es la respuesta de Fiorella Orellana a la pregunta de por qué eligió empezar a jugar fútbol. Con sus cortos cuatro años y a tan solo ocho meses de haber empezado este deporte, ya es muy querida por todo el Club Banfield, donde entrena, ya que se convirtió en la jugadora más pequeña de la categoría Sub 6.
Una nena de Luis Guillón de cuatro años es la jugadora más chiquita del fútbol femenino de Banfield
Empezó a entrenar en el predio ubicado en Luis Guillón, donde ya es conocida por todos. Sus profesoras aseguran que le ven condiciones innatas para destacarse en el fútbol.
Fiorella vive en Luis Guillón y empezó a entrenar en el predio del Club Banfield ubicado sobre Camino de Cintura en septiembre de 2024, inspirada por su hermano, quien también juega al fútbol. “Me gusta hacer goles, hice uno de cañito y grité ‘gol’”, contó a El Diario Sur la pequeña, emocionada.
En ese marco, este medio también dialogó con sus profesoras, quienes contaron cómo fue el proceso de entrenamiento de Fiorella desde que comenzó hasta ahora. “Cuando Fiore empezó, como el resto de las chicas son más grandes, hacíamos entrenamiento diferenciado con algunos ejercicios, hasta que se fue adaptando y se le fue la vergüenza”, sostuvo Milagros Rivero, quien tiene 24 años y es ayudante de campo en el Club.
Además, también remarcó: “Desde que arrancó que se nota que es distinta, ya desde su edad. Es conocida acá en el Club porque es la jugadora más chica de toda la categoría”. “Me emociona ser parte de esto, de inculcarle el fútbol desde tan chica”, añadió.
“Era un poco tímida pero ahora ya está re suelta"
Por su parte, Milagros Ramírez, quien es preparadora física de infantiles y también tiene 24 años, también habló sobre el proceso de Fiorella en el Club: “Era un poco tímida pero ahora ya está re suelta y trabaja a la par del grupo. Antes teníamos que adaptar las vallas y los conos, porque es muy chiquita”.
“Tiene una proyección increíble, ya con cuatro años demuestra que puede un montón”, aseguró Ramírez, mientras la pequeña corría de un lado a otro en el predio detrás de la pelota. De vez en cuando frenaba para hacer cinco o seis jueguitos seguidos y recibir el aplauso de sus compañeras, profesoras y padres presentes.
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